Gastronomía

Una peregrinación obligada a El Pasaje, A Coruña

A un producto excelso se le une una cocina de perfecto tratamiento y elaboraciones elegantes

Una peregrinación obligada a El Pasaje, A Coruña
Una peregrinación obligada a El Pasaje, A Coruñacedida

En los tiempos modernos de la gastro se vende el concepto de experiencia, el de sensaciones o el de memoria perceptiva. Por ello produce un inmenso placer poder enarbolar la bandera de la gastronomía por derecho, la que conserva el producto y los sabores de nuestra memoria y de nuestra historia. Esa gastronomía en la que te reciben y saludan al entrar, en la que te sugieren productos y elaboraciones, en la que uno se va, tras una buena sobremesa, con la panza llena y sensación de felicidad; y al acabar cantando, aún en el restaurante antes de marchar, a nadie le resulta extraño ni mucho menos molesto.

Hablar del restaurante El Pasaje en la capital compostelana es hacer referencia a un clásico, a uno de esos lugares donde no te importa volver repetidas veces, o incluso volver a cenar el mismo día que comiste en él.

Ubicado en una hermosa casona antigua en la entrada de la mítica Rua do Franco nos encontramos este entrañable lugar lleno de recovecos, salones e historias que contar en cada una de las maderas y piedras que lo componen. El gran Pepe Rumbo ha sabido convertir en templo de la coquinaria tradicional gallega esta casa que bien merece peregrinar a ella.

A un producto excelso con una importante variedad, se le une una cocina de perfecto tratamiento y elaboraciones elegantes y bien trabajadas. Todo tipo de pescados y mariscos conforman la base principal de su carta, siempre buscando lo mejor de cada temporada. Desde una soberbia almeja o percebe, pasando por un bogavante de la ría, que en su original versión frita es un espectáculo, hasta una maravillosa merluza a la gallega, rodaballo o besugo. Uno saliva solo al recordarlo. Carnes gallegas maravillosas completan la oferta como no debe ser menos en un lugar así.

Pero ahí no queda la cosa, ya que aparte de unos entrantes tanto clásicos como novedosos, donde algún escabeche bien tratado hace las delicias del mejor aficionado a esta elaboración, sus guisos de toda la vida reclaman la atención del comensal haciéndonos dudar a la hora de elaborar la comanda: caldo gallego, callos, marineras, buenos arroces o la fideuá de almejas. No queda atrás la parte dulce, pues como ya hemos citado cuida la saga de siempre y en esto afina sus postres con mimo. Si se debe elegir, la apuesta es la tarta de yema y almendras, una deliciosa y original evolución de la mítica tarta De Santiago.

En un lugar así, abanderado de su tierra y digno guardián de sus productos y tradiciones, disponen de una bodega a la altura donde los grande blancos gallegos son los verdaderos protagonistas de la escena como no podía ser menos. Amplísima variedad de vinos gallegos, y menor de otras procedencias y con más de una joya enológica escondida entre sus paredes.

Los trabajos y los días. ese arsenal emocional que también va tejiendo nuestro imaginario y los recuerdos. O la historia de cada uno de nosotros. Estoy seguro que una visita a este emblemático lugar dejará una importante huella de disfrute y buen yantar que entrará directamente a esa parte especial que ocupan en nuestra biografía los recuerdos más placenteros. !Qué grande eres Pepe!.