Entrevista

«No solo vendemos comida, vendemos cultura y tradición»

Hablamos con Berta, la propietaria de Casa Enriqueta y referente de la casquería madrileña

Casa Enriqueta, gastronomía típica madrileña en General Ricardos. ©Gonzalo Pérez Mata
Casa Enriqueta, gastronomía típica madrileña en General Ricardos. GONZALO PEREZ MATAFotógrafos

Con la resaca de San Isidro, entre verbenas, chotis, encuentros musicales en Las Vistillas, la mítica Pradera o Matadero, Casa Enriqueta también necesita un descanso. Se trata de una de las casas de comidas con más historia y arraigo a la ciudad, destacada por celebrar San Isidro reivindicando lo castizo, las gallinejas y los entresijos como uno de los rasgos distintivos de Madrid. Por ello, LA RAZÓN ha hablado con Berta, quien regenta el negocio familiar de Casa Enriqueta y cuenta su historia y recorrido hasta llegar a hoy día.

¿Cómo nació Casa Enriqueta?

Las puertas se abrieron en 1958 bajo la dirección de nuestra abuela Enriqueta, que adquirió el local en el que continuamos estando pese a los años. Ella era una experta en gallinejas y entresijos, pues anteriormente tenía un puesto donde vendía uno de los platos más madrileños.

¿Cómo ha ido creciendo el negocio con el paso de los años?

A lo largo de la historia lo fuimos manteniendo de generación en generación, siguiendo las enseñanzas de nuestra abuela, luego nuestro padre Ramón, y ahora continuamos mi hermano Ramón y yo. El balance es positivo, pues todavía seguimos después de haber aguantado diversas crisis. Aquí estamos, resistiendo. Siempre con esfuerzo, pero luchando por este local familiar.

¿Cuál es la esencia del lugar?

Yo creo que Casa Enriqueta preserva su esencia de negocio familiar. Quienes trabajamos ahí lo entendemos como algo mucho más que un negocio, pues somos familia y amigos los que estamos al pie del cañón cada día. Ya lo vemos como algo personal, y creo que eso ha hecho que Casa Enriqueta se diferencie del resto. Luego, por supuesto, contamos con un producto muy exclusivo como son las gallinejas y entresijos, que se han ido perdiendo a lo largo del tiempo. Nosotros hemos querido mantenernos fieles, además de adaptarnos a los nuevos tiempos, ampliando la carta, pues al principio solo nos basábamos en casquería. Añadimos platos nuevos pero fieles a la comida típica madrileña, por ejemplo, unas bravas con salsa casera que hacemos nosotros, callos, orejas, calamares... Sabemos lo que nos define y nos movemos en torno a eso.

¿Es difícil encontrar lugares del estilo de Casa Enriqueta en la actualidad?

Sí, es muy difícil. La casquería no deja de ser un producto delicado y difícil de tratar, que además da mucho trabajo. Actualmente hay una crisis vocacional hacia este trabajo. A nosotros nos educaron en el esfuerzo, dentro de que para poder seguir haciendo lo que nos gusta decidimos cerrar dos días (lunes y martes) por la falta de personal y nuestro estrés. Tenemos familia y debemos cuidarnos a nosotros mismos. Lo nuestro es vocacional puro y duro, nos gusta lo que hacemos y lo hacemos con orgullo. El mantener estos platos típicos y ser un emblema en la capital por ello es el mayor de los orgullos.

¿Qué supone para vosotros la festividad de San Isidro?

San Isidro supone un mes de mayo, no solamente el día 15, completo de trabajo. Todos los años trabajamos para mejorar puesto que es la fecha más importante del año para nosotros. El día 15 queremos llegar al máximo número de personas, haciéndolo lo mejor posible. Es una obligación moral. En pandemia, antes de que abriesen el 4 de mayo el «take away», nosotros ya pensábamos qué hacer para que en San Isidro nuestros platos siguiesen llegando a las casas de la gente. Compramos una moto eléctrica y nos pusimos manos a la obra. No podíamos dejar a nuestros clientes de siempre. Posteriormente, cuando se aprobó la comida para llevar superamos nuestras expectativas. San Isidro es historia de generaciones y la fiesta más especial. No solo vendemos comida sino cultura y tradición.

¿Cómo llegó la tecnología a Casa Enriqueta?

Con adaptación. Ya tenemos reservas a través de la web y en San Isidro lo único que cambia con respecto a otros días es que damos estancia de hora y media. Con esto, podemos doblar los turnos. No obstante, dejamos una parte en la terraza libre para quienes no hayan reservado. El 20 de abril del año pasado abrimos «Enriquetados», que está en la misma plaza, donde antes se ubicaba una churrería. En un principio se concibió como cocina de producción y después se abrió al público. Contamos con mesas autoservicio y todo lo que tiene que ver con la comida a domicilio. El resultado ha sido muy exitoso, sobre todo en San Isidro porque, de esta forma, quien quiso pudo tomarse su bocadillo y la comida de siempre.