
Historia
El tesoro artístico que esconde Vallecas
El camarín barroco de la Virgen del Rosario que guarda la iglesia de San Pedro ad Vincula

Riqueza artística y barrios. En Madrid, ahora que tanto se habla de «sacar» a los turistas del centro, existen muchas alternativas. Muchos posibles destinos para «descongestionar» las calles y avenidas tradicionales de los viajeros... Y uno de ellas está en Vallecas. Este barrio atesora una joya de nuestra historia: se trata de un antiguo camarín barroco. Antes de desgranar sus características, conviene apuntar, para saber de qué hablamos, sobre la naturaleza de los camarines barrocos.
Se trata de un espacio pequeño y lujosamente decorado, ubicado tras el altar mayor de una iglesia, que servía para alojar la imagen de una devoción o una reliquia.
Su decoración es teatral, exagerada y ricamente ornamentada con elementos como dorados, columnas salomónicas y espejos, buscando causar asombro y devoción. Una joya artística que es todo un espectáculo.

Aunque su arquitectura exterior suele ser humilde, su interior, como este que nos ocupa, es opulento, reflejando la riqueza espiritual a pesar de la crisis económica de la época. Una verdadera joya barroca cuyas pinturas solo conocíamos, gracias a los estudios y trabajos que se llevaban a cabo, por las fotografías de la llamada Junta de Incautación de Madrid que se conservan en el Ministerio de Cultura, Fototeca del Patrimonio Histórico.
La iglesia fue diseñada por Juan de Herrera en el año 1600, siendo la actual torre un añadido de Ventura Rodríguez en el año 1775.
Hace más de diez años, en las obras de restauración que se realizaron en la iglesia parroquial de San Pedro ad Víncula, en Vallecas, se descubrieron restos de bóvedas y pinturas de la primera mitad del siglo XVII en la capilla de Nuestra Señora del Rosario. Fue un hallazgo de gran importancia al tratarse de uno de los primeros ejemplos de camarín barroco de España, así como de uno de los conjuntos decorativos más interesantes de la región. El templo, por lo demás, está declarado como Bien de Interés Cultural.
La cúpula está dividida en ocho gajos por nervios cajeados fingidos tan perfectos que parecen verdaderos, adornados con ramos de frutas. En cada uno de ellos se halla la figura de un ángel, distinto en cada caso, con motivos alegóricos; en los extremos, letras que forman la frase «Mª del Rosario». La bóveda se remata con un óculo con nuevas figuras de ángeles.
El Camarín ha sido restaurado en varias ocasiones, en los años 50 del pasado siglo, entre 1996-2004 y más recientemente, entre 2012-2013, bajo la supervisión de la Comunidad de Madrid. De julio a septiembre 2012 se llevaron a cabo la limpieza y eliminación de antiguos morteros procedentes de una intervención anterior.
Igual que todo el templo, presentaba un gran deterioro debido a las humedades y a intervenciones no apropiadas. Su estado era lamentable por lo que se procedió a una restauración en profundidad. Era utilizado como almacén, de forma que hubo que retirar armarios, entelados y cables para devolverle su aspecto original y recuperar elementos ocultos y dañados. Después, en esa misma primera fase también se procedió tanto a la consolidación como a la reintegración de elementos perdidos, con materiales estables, inocuos y reversibles.
En la cúpula, más allá de su restauración se realizaron una serie de catas en busca de las pinturas de la decoración primitiva que se suponía que había bajo el temple actual sobre yeso, de las que en ese momento solo se veía un pequeño fragmento en uno de los paramentos. Apareció una decoración al temple sobre cal y arena, de principios del siglo XVII.
Los camarines, que tanto se prodigaron en Madrid durante el segundo tercio del siglo XVII en ermitas, iglesias y conventos han desaparecido todos. Por esta razón, éste constituye uno de los escasos ejemplos conservados en España. Una joya para conservar y cuidar, sin lugar a dudas, con detalle y mimo.
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