Medio Ambiente

Familia Torres alcanza su objetivo de reducir sus emisiones de CO2 un 30% con un año de antelación

En diez años, la bodega quiere disminuir su huella de carbono en un 55% respecto a 2008

La compañía ha adquirido un tren eléctrico para utilizar en las visitas a la bodega del Penedès
La compañía ha adquirido un tren eléctrico para utilizar en las visitas a la bodega del PenedèsBodegas Torres

Familia Torres ha reducido en un 30% sus emisiones de CO2 por botella en todo el alcance, desde la viña hasta el consumidor, respecto al 2008, según la auditoria de la huella de carbono correspondiente al año 2019. Con esta reducción, la bodega familiar del Penedès, que este año cumple su 150 aniversario, consigue llegar al objetivo que se había propuesto para 2020 con un año de adelanto y continúa intensificando sus esfuerzos para adaptarse y mitigar las consecuencias de la emergencia climática. Por ello, se ha fijado como nueva meta reducir las emisiones de CO2 por botella en un 55% en 2030 respecto al año 2008.

Para Miguel A. Torres, presidente de Familia Torres: «Hemos hecho un gran esfuerzo para alcanzar nuestro objetivo de reducción de emisiones que en su día considerábamos muy ambicioso. Ahora debemos intensificar aún más nuestras acciones ambientales para mitigar el calentamiento global y también para proteger la viticultura».

A la reducción de emisiones, que abarca los alcances 1, 2 y 3, han contribuido varios factores: por un lado, trabajar con proveedores con una menor huella de carbono – el alcance 3, es decir el que corresponde a los proveedores de materia prima, prima, material de envasado y distribución, impacta en casi un 90% en la huella de carbono de la bodega –, y por otro, el uso de energías renovables, medidas de eficiencia energética y movilidad sostenible, además de la reducción del peso de las botellas.

Familia Torres cuenta con una caldera de biomasa en su principal bodega de Pacs del Penedès, que le ha permitido rebajar el consumo de gas en un 95%, además de placas fotovoltaicas que se ampliarán este año con 100 kW de autoconsumo y que se sumarán a los más de 1.500 kW de energía fotovoltaica que abastecen las distintas bodegas de su propiedad en España. Asimismo, el 80% de los vehículos de la bodega son híbridos o eléctricos y se ha adquirido otro tren eléctrico-solar para utilizar en las visitas a la bodega del Penedès en substitución al que tenía de gasoil. También está estudiando la viabilidad del uso de tractores eléctricos en el campo, con los que hizo un ensayo a principios de año.

Sin embargo, para Miguel A. Torres no solo es importante evitar las emisiones de CO2 sino también capturar los gases que están en la troposfera y que son los causantes del calentamiento global. Un desafío que ya se está abordando desde dos vertientes. Por un lado, mediante la reforestación de un extenso fundo en la Patagonia chilena, que se inició en 2019 y que permitirá capturar 10.000 Tn de CO2 al año. Y por otro, mediante las tecnologías CCR (Carbon Capture Reuse) para capturar y reutilizar el dióxido de carbono que se libera durante la fermentación del vino – y que antes la planta ya había absorbido-, que continúan siendo objeto de estudio por parte del departamento de cambio climático de Familia Torres.

Estas acciones se enmarcan en el programa ambiental Torres & Earth que la bodega implementó en 2008 ante la evidencia del cambio climático y al que destina cada año el 11% de sus beneficios. Pero, para conseguir un impacto global en la reducción de emisiones de CO2, es clave la implicación de todo el sector. Por ello, en 2019, Familia Torres y Jackson Family Wines de California impulsaron el grupo International Wineries for Climate Action (IWCA), que aglutina aquellas bodegas con un compromiso real de reducción de emisiones para descarbonizar el sector del vino y que ya cuenta con ocho miembros.

Además de las acciones de mitigación, la bodega se está adaptando para seguir elaborando vinos de calidad, ya que la subida de las temperaturas impacta en las vendimias. La quinta generación está impulsando con fuerza la recuperación de variedades ancestrales para identificar aquellas cepas que, además de ser enológicamente interesantes, son resistentes a las altas temperaturas y a la sequía. Esta es una de las soluciones al cambio climático. Otra es plantar viñedos a mayor altitud, como los que tiene la familia en el pre-Pirineo, a unos 1.000 metros sobre el nivel del mar.