Medio Ambiente

Prendas que destruyen la Covid ¿son eficaces?

El sector de la moda, en clara crisis, ha encontrado en los tejidos anticovid una posibilidad comercial. Estas prendas “seguras” prometen inactivar los virus en cuestión de minutos. Esta enfermedad que se trasmite por las vías respiratorias puede hacer interesante su aplicación en mascarillas, pero en ningún caso en otras prendas, alertan los expertos

La marca española Javier Simorra cuenta con certificado de eficacia filtración bacteriana (BFE) 93,6% UNE-EN14683:2019+AC:2019. Y 99% protección en todo tipo de microbios dañinos según la ISO 18184/0219
La marca española Javier Simorra cuenta con certificado de eficacia filtración bacteriana (BFE) 93,6% UNE-EN14683:2019+AC:2019. Y 99% protección en todo tipo de microbios dañinos según la ISO 18184/0219La Razón

El futuro de la moda está en plena definición debido al parón. Un estudio publicado hace unos días por la consultora global Mckinsey afirma que los beneficios del sector caerán un 93% en 2020. La venta en tienda lleva cayendo desde hace cinco años de forma continuada y el único respiro lo da el canal digital. Este crecerá más del 30% en Europa y Estados Unidos en comparación con 2020. «Zara planea recortar 1.200 tiendas en dos años e invertir 2.700 millones de euros en productos digitales basados en tiendas», afirma este análisis. Además de los cambios en la forma de vender, los nuevos catálogos de las marcas se están llenando de productos de lo más variado, desde prendas muy cómodas hasta todo tipo de armarios y tratamientos desinfectantes. Los últimos en llegar son tejidos para confeccionar mascarillas y otras prendas como chaquetas o gabardinas que inactivan el virus en más de un 99% en pocos minutos o escasas horas.

Son varias las marcas que se han lanzado a comercializar estas líneas de ropa anticovid desde el inicio de la pandemia. Javier Simorra, Lander Urquijo en colaboración con la italiana Tallia di Delfino, la empresa de lujo Albini Group, que produce camisas para Armani y Prada son solo algunas de las firmas que a nivel internacional pugnan por hacerse un hueco en este nuevo nicho de mercado creado por la Covid-19.

Detrás de estos nombres comerciales, hay varios laboratorios trabajando en estas soluciones como el escandinavo Polygiene, la inglesa Virustatic o la canadiense Intelligent Fabric Technologies North America.Unas investigaciones que ahora dan a conocer pero que empezaron, según afirman, en otras crisis como la del Ébola de 2013 o la del Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS) un año antes.

«Hay materiales que inactivan el virus y que se basan en iones pesados de cobre, plata o zinc. Estos iones pesados de carga positiva hacen que el virus se quede adherido a su superficie. Las membranas plasmáticas de los virus en su exterior tienen carga negativa por lo que son atraídos por estos materiales, como si fuera un imán. También pueden romper dichas membranas y desnaturalizarlas, es decir, que degradan las proteínas en superficie de los agentes infecciosos. Se ha probado con bacterias o levaduras y no se sabe muy bien todavía cómo es el mecanismo exacto por el que funcionan», opina Estanislao Nistal Villán, virólogo y profesor de Microbiología de la Universidad CEU San Pablo.

En cualquier caso, recuerda el investigador, este virus es de transmisión respiratoria, por lo que tener estos materiales en prendas por las que no entra el virus en principio no parece que sea ninguna panacea. De hecho, la Organización Mundial de la Salud recuerda que «la enfermedad se propaga principalmente de persona a persona a través de las gotículas que salen despedidas de la nariz o la boca de una persona infectada al toser, estornudar o hablar. Estas gotículas son relativamente pesadas, no llegan muy lejos y caen rápidamente al suelo. Una persona puede contraer la Covid-19 si inhala las gotículas procedentes de una persona infectada por el virus. Por eso es importante mantenerse al menos a un metro de distancia de los demás».

Si el virus va por el aire y entra por las vías respiratorias, ¿tiene algún sentido llevar una chaqueta o un pantalón antivírico? La OMS afirma también que «las gotículas pueden caer sobre los objetos y superficies que rodean a la persona, como mesas, pomos y barandillas, de modo que otras personas pueden infectarse si tocan esos objetos o superficies y luego se tocan los ojos, la nariz o la boca». Teniendo en cuenta esto, los tejidos podrían ser simplemente una superficie de contacto y en ese caso, ¿valdría la pena gastar unos 300 euros por la prenda anticovid?

«Estamos en la situación que nos encontramos y alguien ve la oportunidad comercial de sacar un producto, que en este caso no tiene nada de práctico. Puede tener un sentido en tejidos necesarios como en una mascarilla, porque el virus se transmite por el aire. Hay algunas que tienen estos materiales y así lo indican en sus etiquetas. Pero, incluso en ese caso, se debe tener en cuenta que con estas protecciones las mascarillas duran más pero también los costes serán superiores. Hay materiales que se usan para funciones concretas como los tejidos antiolor de los deportistas donde tiene sentido. En los hospitales ya se usan pinturas antihongos y productos para que las bacterias no crezcan, pero se trata de funciones muy concretas», explica Juan José Rodríguez, investigador del departamento de Ciencia Animal y de los alimentos de la Universidad Autónoma de Barcelona y que lleva trabajando desde hace 25 años con materiales antimicrobianos en Seguridad Alimentaria.

¿CUÁNTO DURA EL VIRUS?

«En cualquier superficie el virus dura horas activo. En el cartón y en la madera de pino es donde dura menos, entre dos y cuatro horas. Esto en sí mismo ya ofrece garantías, por ejemplo, a quien compra productos en estos embalajes. En los tejidos el virus permanece entre seis y 12 horas dependiendo de la humedad y del sol que le de. A mayor humedad más tiempo se necesita para que el virus desaparezca. SIn embarEl go, la exposición solar acelera la oxidación en los tejidos que contienen determinados componentes, como el óxido de titanio o zinc, que se usan en los tintes», explica Rodríguez. El investigador afirma que solo con el tiempo que dejamos una prenda sin usar ya es suficiente para no temer un contagio. Además, «para que se produzca dicho contagio a través de tejidos tienen que darse demasiadas condiciones intermedias. Primero que salga a la calle y que alguien sin mascarilla y contagiado me tosa encima. Luego me tendría que quitar la prenda y chuparla para tener posibilidad de infectarme. Literalmente, porque los tejidos son porosos y para que los virus salgan e infecten tiene que salir de dichos poros y para eso casi me lo tengo que meter en la boca, no basta con asirlo con los dedos», dice.

MONEDAS

Hay otros materiales del día a día que sí pueden representar algún problema. «Por ejemplo, en las monedas y billetes el virus puede estar activo hasta 12 horas. Si hay un intercambio sin mascarilla, alguien infectado tose encima y la otra persona se tocara la cara podría producirse el contagio. Pero solo en los casos de cajeros o gente que trabaja con efectivo durante todo el día y está constantemente sometido a ese intercambio. Ahí había un riesgo y por eso se aconsejó al principio que se pagara con tarjeta y se evitara el movimiento en efectivo», dice Rodríguez.

Jose Ygnacio Pastor, catedrático de la ETS de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de la Universidad Politécnica de Madrid y experto en materiales, afirma rotundo: «Me parece un engaño. Lo que hay que hacer es lavar la ropa y punto. Es más barato y sabemos que el virus no aguanta mucho en las superficies. Si estos tejidos son tan buenos, primero deberían usarse en la ropa sanitaria y en los hospitales de campaña. Me sugiere varias dudas. Suponiendo que han hecho pruebas, ¿qué nivel de eficacia tiene, cuánto dura, funciona con el virus de la Covid, sigue funcionando después de pasar por el proceso industrial de confección o se ha degradado? No aportan demasiadas evidencias, aunque es cierto que existen materiales como el óxido de titanio que se aplican porque son bactericidas y virucidas. Puede ser una solución interesante incluso para atrapar la contaminación en las fachadas. Si además de contar con materiales capaces de atrapar los contaminantes, creas superficies hidrófobas consigues atrapar la suciedad y los patógenos y que el agua de lluvia los barra, por ejemplo».

Parece que, a pesar de los esfuerzos y las promesas del sector textil, en ningún caso una prenda podrá sustituir a la reglas ya conocidas para evitar contagios: mantener la distancia social, lavarse frecuentemente las manos y usar mascarilla.

Además, «¿qué sucedería si antes del virus se deposita en la chaqueta una capa de suciedad sobre la fibra? Si, por ejemplo, hay pelos o polvo, esta suciedad hará de pantalla y perderá la propiedad antivírica», concluye Rodríguez.