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La casa de la poesía
La calle se llamaba Velintonia, y la casa es el número 3 de la que ahora se denomina Vicente Aleixandre, en un barrio del distrito de Moncloa, en Madrid. Allí vivió gran parte de su vida el poeta y Nobel de Literatura (1977). Es un hotelito de dos plantas en muy mal estado de conservación, y el Ministro de Cultura, Miquel Iceta, se ha dirigido a la Presidenta de la Comunidad de Madrid –Isabel Díaz Ayuso—, para hacer un esfuerzo conjunto a fin de restaurar el pequeño edificio y convertirlo en «La Casa de la Poesía».
Es una propuesta muy conveniente para nuestra cultura, para acoger recuerdos y sensaciones. En ese sentido, comentaré aquí que junto con Enrique Múgica Herzog, cuando éramos compañeros de estudios en la Facultad de Derecho, a mediados de los años 50, organizamos los «Encuentros entre la poesía y la universidad». Con poetas como Dionisio Ridruejo, José Hierro, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, etc., y entre ellos, naturalmente, Aleixandre. Allá fuimos, a Velintonia 3, Enrique y yo, con una acogida muy cordial por Don Vicente, con quien departimos una tarde de primavera. Nos ofreció un té con pastas y entreverado en la conversación nos recitó su poema «Málaga».
Yo le pregunté en directo: «Don Vicente, ¿la poesía da para comer?». La respuesta fue precisa, concluyente: «Tamames, sólo da para merendar». Una respuesta definitiva para nuestro rincón de economía verde.
La última vez que vi a Don Vicente fue en la Feria del Libro. Me dedicó, para una amistad, y sonriente como siempre, una «Antología» de su gran amigo de la Generación del 27, Federico. Decididamente Iceta y Díaz Ayuso deben ponerse de acuerdo para que la «Casa de la Poesía» en Madrid sea pronto una plácida realidad.
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