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Medio Ambiente
Drones en el mar
El 29 de enero de 2013, presidiendo la sesión la Reina Sofía, pronuncié mi discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. Que versó sobre el tema “Globalización y soberanía mundial: un ensayo sobre la paz perpetua en el siglo XXI”. Texto en que relacioné las ideas que Immanuel Kant expuso en 1795 en su célebre ensayo, con el contexto actual, mucho más complejo y apremiante.
Me referí a la grave amenaza de la expansión mundial del gasto militar, con las tecnologías más avanzadas para matar y destruir. Cuestión sobre la que se había pronunciado ya el General Eisenhower al transferir sus poderes de presidente de EE.UU. al joven John F. Kennedy en 1960: “ojo con los peligros del complejo industrial militar, que hacen crecer sin fin los presupuestos bélicos de las superpotencias”.
En mi citada exposición académica agregué que “ahora (2013) están surgiendo nuevos ingenios más destructores que nunca, de cara a la guerra espacial. Sin olvidar los drones, que se han convertido en una de las armas más sofisticadas en la guerra”.
Lo vemos actualmente en Ucrania. Con las innovaciones últimas procedentes de EE.UU. para utilizar desde Kiev. En tanto que, aparte de su propia cosecha, Rusia está utilizando drones comprados a los iraníes. Amén de a los turcos, lo cual suscita la cuestión de que un país de la OTAN está suministrando armas superletales a Rusia.
El aviso que personalmente me permití hacer en 2013 se está cumpliendo a tope, hasta el punto de que ya han aparecido en el Mar Negro los nuevos drones navales: supertorpedos dotados de cerebro propio, con capacidades impresionantes de precisión y destrucción. Como ya se ha visto en Sebastopol, la discutida base de la flota de guerra rusa en Crimea.
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