Frutas y verduras, de temporada

Han pasado las fiestas navideñas, un mes cargado de comidas y cenas con amigos y familiares. Semanas de atracones, de un consumo disparado, probablemente abusivo. Carnes frescas y elaboradas inundan nuestras mesas. Finos pescados, mariscos, quesos, dulces… Un auténtico delirio. Superado el tránsito con mayor o menor éxito, enero se antoja el de la renuncia, el de la expiación, el momento «detox» con las frutas y verduras como aliadas para desprendernos del exceso. Pero, si además de perder kilos, este año nos pro ponemos ser un poco más sostenibles,también aquí podemos poner nuestra pequeña semilla, siempre que este objetivo esté a nuestro alcance.

Las incuestionables propiedades de los vegetales adquieren otras dimensiones cuando se respetan sus tiempos. Comer de todo en cualquier momento del año puede parecernos muy normal, pero no es lo más natural. Naturaleza, por otro lado, sabía que nos ofrece alimentos ricos en vitamina C para el invierno y refrescantes frutas en verano. Naranjas y mandarinas saben mejor en los meses fríos y, a ser posible, maduradas en su planta. Lo mismo ocurre con las fresas en primavera, las uvas en otoño, o el melón y la sandía en verano. En esta estación el tomate por fin sabe a tomate, la huertanos regala sus judías verdes, sus pepinos y sus pimientos para hacer la vida más fresca y placentera frente a los rigores del calor.

Todo a su tiempo. Si no es de conserva, aquello que consumimos a destiempo procede de otros países o de cultivos industriales. «Naranjas en agosto y uvas en abril», que decía la canción, es posible a costa de recorrer cientos o miles de kilómetros, ya sea en camión, avión o en barcos que dejan un importante volumen de emisiones. El consumo local y de temporada es, sin duda, una opción a tener en cuenta para sentirnos mejor con nosotros mismos y con el medio que nos rodea.