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«Una odisea barroca»: tradición y exquisitez

Nueva visita de Les Arts Florissants al Auditorio Nacional

William Christie, fundador de Les Arts Florissants
William Christie, fundador de Les Arts Florissantslarazon

«Una odisea barroca». Les Arts Florissants. Directores: William Christie y Paul Agnew. Auditorio Nacional, Madrid, 15–XII–2019. Universo Barroco del CNDM

Nueva visita de este histórico conjunto francés que, de la mano de su fundador, el norteamericano William Christie (1944), ha cumplido ya sus primeros 40 años de actividad. El concierto que se comenta reunía una amplia selección de las composiciones que han venido constituyendo la base fundamental de su repertorio. Durante más de dos hora pudimos disfrutar de partituras, bien ahormadas, ensayadas, tocadas y cantadas, de Haendel, Purcell (selección inglesa), Charpentier, D’Ambruis, Lully y Rameau (selección francesa). En el conocido «anthem» «Zadok, The Priest», del autor de «El Mesías», degustamos ya las calidades del «complesso», con una orquesta afinada de sonoridades penumbrosas y muelles (34 miembros) y un coro ajustado, bien ensamblado, empastado y equilibrado en todas sus voces (23 componentes).

La agilidad y presteza de la cuerda quedó patente, por ejemplo, en el final del aria de «Orlando» de Haendel o en lo chispeante de la obertura de «Platée» de Rameau, y su pastosidad, en el preludio del recitativo «On vient» de Huascar de «Las Indias Galantes» de Rameau. Son tres botones de muestra. Por citar alguno del coro, reseñamos la luminosidad y ligereza de «Zadok», la exquisitez en el cierre del aria de «l’Allegro, il penseroso e il moderato» del propio Haendel o la belleza y expresividad del coro que participa en el aria de «Las Indias Galantes» de Rameau «Brillant soleil».

La mano segura de Christie, mesurado y elegante, y la más concisa y briosa del antiguo tenor Paul Agnew –que parece ser el continuador de la obra del americano– llevaron en volandas a ambas formaciones y acompañaron con estilo y general elasticidad a un equipo de solistas vocales de relativa calidad. Por igualdad de registros, finura y elegancia destacamos a la muy lírica mezzo Lea Desandre (muy bella su delineación del aria «Scherza, infida» de «Ariodante» de Haendel).

Antes que a la ligera y avezada soprano, tan conocida ya, Sandrine Piau, que se movió a sus anchas, con enorme desparpajo en los subrayados escénicos, a veces un tanto exagerados por parte de todos, y que mostró, con su poquita voz, su soltura para las agilidades y las notas altas. A menor nivel, los demás. Al contratenor Christophe Dumaux, de voz pequeña y nasal, lo recordábamos mejor.

El tenor Marcel Beekman tiene voz de cómico de zarzuela, lo que después de todo vino muy bien para su aria de «Platée». Ni Marc Mauillon es bajo-barítono ni Lisandro Abadie es un bajo propiamente dicho, aunque estuviera entonado en sus intervenciones de «Las Indias Galantes». El éxito fue grande y se correspondió con un hermoso bis, el coro «Tendre amour» de esta última ópera, con todos los intérpretes alineados mirando al público.