Biblioteca Harley-Davidson
1973
Cruzar sus relatos, leerlos en paralelo, nos pone en contacto directo con el panorama desordenado que fue el momento de la Transición
Acabamos de entrar en el mes de agosto y llega ya el momento de las recomendaciones de libros para aliviar el calor de las vacaciones. Este verano estamos de suerte porque se venden dos libros que son a la vez tan frescos como poseedores de peso específico trascendental. Esquivaremos así la habitual condena de tener que elegir entre la alegre amenidad o mejorarnos intelectualmente.
Los dos libros son «El mejor oficio del mundo», de Diego A. Manrique, editado por ediciones Efe Eme, y «Tu pelo no es muy normal», de Jesús Ordovás con fotos de DJ Floro publicado por Sílex Ediciones. Manrique y Ordovás fueron los pioneros de la primera prensa musical interesada por el rock en nuestro país, cuando el dictador empezaba a agonizar. Sus curiosidades musicales eran incluso más extensas, pero siempre guardaron un especial cariño para esa forma tan directa y rebelde de música popular. Ambos empezaron a escribir en pequeñas publicaciones un par años antes de la muerte de Franco.
Ahora, desde la atalaya de la edad, nos ofrecen reminiscencias de sus carreras y el planteamiento autobiográfico de los textos pone de relieve cuan sincopante será siempre para el ser humano vivir tiempos ambiguos. Cruzar sus relatos, leerlos en paralelo, nos pone en contacto directo con el panorama desordenado que fue el momento de la Transición, que dista bastante –en su incertidumbre y aleatoriedad– de ese pacto que todos suponen hoy día. Al final, se transparenta que tuvieron acceso a unas herramientas comunicativas por casualidad, porque no había nadie y lo aprovecharon bien.
El estallido de nuestra música joven autóctona en el siglo pasado, con la llegada de la democracia, no hubiera prosperado de ningún modo sin el apoyo que ellos extrajeron de una radio, prensa y televisión que quería modernizarse y no sabía cómo. Cambiaron para siempre innumerables futuros musicales y biografías ajenas sin saberlo. Irreductibles y divertidos.