Opinión

Segunda vuelta catalana

La repetición electoral en Cataluña es una opción que ya barajan en ERC.

Después del 21D Carles Puigdemont se hizo con el mango de la sartén.

Pudo desplegar su megalomanía con eso de «yo o el caos» y los independentistas perdedores, ERC, se asustaron.

El tiempo, el ridículo y sobre todo el Constitucional han ido modificando las reglas de juego y la voluntad de la formación republicana.

Las negociaciones de programa y de reparto de Gobierno en dos mitades se han quedado paradas porque el sumo sacerdote del «procés» sigue en su capilla de Waterloo queriendo ser investido por control remoto, holograma o fotomatón.

La única figura institucional ahora mismo en Cataluña es Roger Torrent que ha dejado el pleno en suspenso y tiene claro que no quiere ir a la cárcel, le basta el lazo amarillo a tiempo parcial.

El calendario en el Parlamento catalán no corre mientras el juez Pablo Llarena apura los interrogatorios y se prepara para el procesamiento de los responsables de esa bomba política de racimo que ha sido el «procès».

Cuando el juez del Supremo arranque ya sabemos que por el 384bis los acusados de rebelión serán inhabilitados, también sospechamos que pondrá fin al Erasmus de Puigdemont aunque tenga que venir a España con menos asignaturas pendientes.

Esta primavera los protagonistas de este delirio destructivos estarán fuera de juego. Con los primeros brotes judiciales la lista de «los Puigdemones» no tendrá candidato, el PDeCAT tratará de recuperar protagonismo después de la autolapidación y ERC podría recuperar el terreno perdido por sus errores estratégicos en los momentos clave.

Deja como brindis a sus «socios» la demanda a Estrasburgo que es un fracaso en primera instancia que repercutirá en Puigdemont y no en Torrent. Así el nuevo Don Tancredo del parque de la Ciudadella gana tiempo. En la oposición tampoco terminan de arrancar.

Los del Partido Popular se han lanzado a por la líder catalana de Ciudadanos, Inés Arrimadas, que capea las embestidas con sonrisa y haciendo sumas que no dan y los de Domenech suspiran por un nuevo escenario electoral en el que poder «colar» los asuntos de comer... y sueñan con un acuerdo con ERC y el PSC de muleta.