Opinión
Feriantes institucionales
Nos engañan y nos dejamos. De las ferias al Congreso cualquier ilusión óptica o política es capaz de distraernos. El miércoles leí aquí en LA RAZÓN y pude observar la obra «Presos políticos» de Santiago Sierra con la que la Galería Helga de Alvear quería ser la primera del recorrido y la que todas las teles fueran a grabar para la noticia de ARCO. Las Ferias necesitan tiempo y los periodistas trabajan con urgencias. Misión cumplida, la galería había conseguido esa dosis controlada de polémica para ilustrar las vísperas. Luego la dirección de Ifema pidió que se dejara de exhibir y descolgaron una obra que era provocación de garrafón sobre una mentira. Los de la libertad de expresión no han dicho nada porque en ARCO los que mandan son los de la libertad de mercado y a las Ferias se va a vender y ser visto. Nos entretienen. Como lo hace el afeitado «Bigotes» en esos monólogos con muleta parlamentaria. Nadie se atreve a considerar a Álvaro Pérez un «preso político» y quizá daba para alguna instalación. Mantiene la gracia del «vivo de toda la vida» y ha enriquecido con cárcel el ácido de un relato desenvuelto, directo y de amargura de clase, la suya. Ahí sale con sus navajazos con nombre propio lo que hace que el resto de grupos pidan nuevas comparecencias y el bucle se haga infinito y aburrido. Cada intervención es para sus señorías de la oposición un catálogo de novedades de segunda mano. Luego los del bipartidismo se apañan para dar sustancia a la expresión de «perro no come carne de perro». Cada nombre es celebrado con un ritual de rasgado de vestiduras de los puros e inmaculados partidos que han llegado «levitados» de origen, que no necesitan despachos porque hacen política desde las encinas donde se aparecen para salir en la tele. Llevan con la cachiporra de Gürtel una década. Mientras Pérez cantaba la canción con la que hace los bolos parlamentarios y judiciales en la Audiencia Nacional declaraba como investigado un ex vicepresidente del Gobierno. Narcis Serra, ex número dos de Felipe y ex presidente de Catalunya Caixa. Está acusado por la Fiscalía de administración desleal con perjuicio de 720 millones de euros. Como Rato y como tantos tiraron por elevación, tenían del visto bueno del Banco de España. A Serra se le compró un piano con fondos públicos y hubo polémica pero seguirá siendo patrimonio de Defensa. Nos han robado la cartera y nos quedamos con la «chochona» y el payaso Nicolás, que «mola mucho más». Sólo elegimos quién se queda la barraca.
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