Opinión
Que se quede
Puigdemont es un hombre feliz. Está libre tras el pago de una fianza que ha corrido por cuenta de la ANC que debe tener pasta a manta para llevar gastados cuatro millones de euros en sacar de las cárceles a los implicados en el teatrillo independentista. Dicen que ahora busca piso en Berlín y no se descarta que sea de nuevo su amigo Matamala el que pague las facturas y los portes. Mientras tanto, aquí, nos preguntamos cómo es posible que nadie previera esto y si no deberíamos dejarnos de gaitas, anular la euroorden y dejar que este señor se dedique a dar la matraca allende nuestras fronteras hasta que se difumine de puro aburrimiento. Seguro que si se convocara un referéndum el resultado mandaría a Puigdemont de vuelta con su abriguito negro al Forêt de Soignes a dar entrevistas a la televisión de Malasia. La sentencia del Tribunal alemán que sólo ha visto en el ex president a un presunto chorizo pero no al rebelde deja a España en una situación de ridículo bastante bochornosa a la que no debería ser ajeno el Ministerio de Exteriores que está teniendo en este asunto un papelón. Puigdemont vuelve a tener discurso, nuestra calidad democrática se pone en entredicho y mientras tanto la Justicia española corre como pollo sin cabeza para ver cómo se puede parchear el desaguisado de tenerle que pedir cuentas solo por el delito de malversación mientras mantiene en prisión por rebelión a implicados de menor peso, que es lo que pasará si nos lo devuelven.
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