Opinión
Traspasar La Línea
Nadie niega que todo el Campo de Gibraltar se ha convertido desde hace muchos años en un punto de caramelo para los narcotraficantes. Su cercanía con Marruecos y su situación de punto fronterizo es un auténtico dolor de cabeza para quienes tienen la misión de impedir la entrada de droga por el Estrecho. Pero en los últimos días, con la paliza a los guardias civiles y, sobre todo, con la muerte de un niño, este asunto ha dado un salto cualitativo hasta el nivel de lo insoportable. Esta es una de las veces en que Moncloa y San Telmo necesitan arremangarse y poner solución a un problema que es evidente que va «in crescendo». No es admisible que las mafias se adueñen del lugar ni que la única expectativa de trabajo de decenas de jóvenes sea la de descargar fardos con nocturnidad y alevosía.
Si los narcos actúan creyéndose impunes es porque en alguna medida lo son. Y no precisamente porque los efectivos de la Benemérita no le pongan todo el empeño del mundo. O estamos escasos de medios o lo estamos de leyes. O de redaños para aplicarla con contundencia. O todo a la vez. Si cuarenta individuos han sido capaces de atacar con bates de béisbol a un grupo de guardias civiles y se ha segado la vida de un niño utilizando una supuesta narcolancha como guadaña, es que ni se puede ni se debe mirar para otro lado. Si hacen falta más efectivos, se buscan; si tenemos que pedir ayuda a Europa, se pide. Lo que no se puede, ni debe, es dejarlo como está. Ni este país ni los habitantes de la zona se pueden permitir que el narcotráfico campe por el Campo de Gibraltar como Pedro por su casa ni un día más, y eso ya está ocurriendo. El narcotráfico ha traspasado La Línea.
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