Opinión

Ana Botella: «José María es poco musical»

Supuso un doble récord: el de asistencia y, también más molesto, por la alta temperatura, que rozaba los 40 grados en la desierta plaza de Oriente. Hervía el palacio. El calor se acusó en el Teatro Real por las desenfadadas y cómodas vestimentas de los operísticos, que superaron la anomalía recurriendo a dejar la chaqueta y luciendo desahogados en mangas de camisa, y ellas, bajo socorridos estampados. Acudieron a ver «Lucia di Lammermoor», con Daniel Oren en la dirección musical, y con David Alden, en la escénica.

Abundó el abaniqueo. No fue el caso de Iñaki Gabilondo, que es patrono del teatro, mientras sorprende ver en el Círculo de Amigos a la eternamente juvenil y señorial Natalia Figueroa, y al más informal pero igualmente famoso David Bisbal con la siempre sonriente Lola Gavarrón.

Mientras, el ex ministro de Cultura era felicitado por el cese. Lo agradecía desde su altura física, dispuesto a conmoverse con las tribulaciones de un papel que exige gran protagonista y que en tiempos situó a María Callas. Partitura complicada y hasta enrevesada que Montserrat Caballé grabó, aunque nunca la representó. La tildaba de «cascavoces», análisis que sorprendía en quien como ella cantó mas de cien papeles diferentes, desde su insuperable «Traviata» a «Norma».

Ana Botella, que fue sin compañía, resplandeció muy cercana bajo amarillo dorado con el borde de godets muy llamativo.

–Señora Botella, ¿cómo está Aznar? ¿Cómo ve y qué piensa de nuestra actualidad política? ¿Por qué no la acompaña?

–José María es poco musical. Estamos asombrados, al ver que en solo 24 horas todo cambia sin transición. Acabamos de llegar de Estados Unidos, allí hemos pasado una larga temporada y no dejamos de sorprendernos cada día. Razonó, ansiosa de emocionarse con las tribulaciones de Lucía, enloquecido papel que Callas situó como imposible y que aquí fue estrenado en mayo de l851, poco después de su première en el San Carlo napolitano, siempre compitiendo en novedades con la Scala. El melodrama musical fue gran éxito para Lizette Oropesa y Javier Camarena, cuya esposa, Marisol, llevó por primera vez a sus hijos, Brenda y Diana, que tienen 14 y 10 años, respectivamente.

Me tocaron al lado, en una primera fila completada por los cantantes que conforman el segundo reparto. Triunfo de una obra plagada de dificultades con producción un tanto fría de grisáceos decorados de la English National Opera, óptima oportunidad de disfrutar durante tres horas con un Donizetti inspiradísimo.

También lo estuvieron varias populares amadrinando, se supone que desinteresadamente, una nueva protección solar presentada por Piérre Fabre, el francés que creó esas cremas que cuidan la piel. Es el momento de usarlas y estuvieron convocadas por una Marily Coll
–parada en el tiempo y fiel a su pelo muy corto casi platino–, una indumentariamente blanquísima Norma Duval, de estilizada cintura, Belinda Washington, Carmen Martínez-Bordiú, que pasa olímpicamente –¡qué remedio!– de cuanto dicen de ella y de su familia, y Paloma Lago, que ya veranea en su casa ferrolana de Covas (La Coruña), donde pasará julio y agosto: «Cada vez que recupero aquello me pregunto qué hago en Madrid sin disfrutar de esta tierra, miña terra, tan maravillosa, cálida y acogedora», exaltó.