Opinión

Segundo round

Está muy bien que Casado haya dejado colgada a Soraya ante el altar de la lista única. Una vez que la selección española ha salido por (malas) piernas del Mundial, hay cierto mono de esa adrenalina que se siente ante la incógnita del resultado, y una segunda vuelta entre los dos candidatos mantiene viva una competición que ,a falta de la otra, puede servir de paliativo. El asunto de los compromisarios aumenta también la incertidumbre sobre quién se hará con el cetro en suspensión de Rajoy, porque estos señores/as elegidos casi al azar por muchos militantes que no saben ni quienes son, dependen de otros intereses pueden fluir por cualquiera de los dos derroteros en liza.

Soraya ha conseguido más votos pero tampoco tantos y más que esa renovación tan reivindicada por todos los candidatos, representa el continuismo de un gobierno desalojado de mala manera y, por lo tanto, fracasado. Pablo, aunque con mil y pico apoyos menos, sí se acerca a la aspiración de un partido que no quiere perder sus esencias pero que necesita un lavado de cara; sin embargo horroriza la foto de un presidente teniendo que hacerse un Màxim Huerta por un máster acelerado. Los dos tienen sus ventajas y sus talones de Aquiles y los militantes ya no pueden decir más porque ahora se devuelve la responsabilidad de la elección al partido, y ya se sabe que es en los partidos donde se desarrolla la batalla más cruenta y donde los votos se gestan lejos de los ojos del vulgo y al abrigo de presiones, promesas, alianzas y estrategias. En estas primeras semi primarias del PP es ahora cuando comienza la guerra. Lástima que lo más entretenido se vaya a cocinar en el horno de las intrigas por mucho que los candidatos se esmeren en aparentar que lo hacen en un fuego de campaña.