Opinión

Una huida rentable

Los independentistas catalanes están felices después de que un tribunal provincial de Alemania esté dispuesto a deportar a su líder por malversador y no por rebelde. Mucho mejor, dónde va a parar. Si Puigdemont tiene que ir al talego con el feo cartel de chorizo pero a cambio se consigue que los políticos presos dejen de estarlo, perfecto, porque además una vez libres, los bolos que pueden dar van a ser fastuosos. Casi un año de prisión preventiva por un delito inexistente da para mucho victimismo y para una gran campaña sobre el Estado opresor. Al final, Puigdemont va a ser el claro ejemplo de que sale mucho más a cuenta escapar por piernas que responsabilizarse de lo hecho. Por eso está tan feliz; porque ha demostrado que es más listo que los que se quedaron.

Mientras los que se quedaron se enfundaban el mono naranja él le sacaba partido a su abriguito negro paseando por los bosques de Bruselas. La justicia (provincial) alemana cree que Puigdemont cogió dinero para cubrir las necesidades de los catalanes para montar su circo de tres pistas. Y todo esto mientras pedía árnica sin mesura al FLA. Pero eso no tiene ninguna importancia frente al hecho de que no es un rebelde, porque eso permite a los de Torra investir el referendum de una legitimidad que le obliga al gobierno central –que apoyó al anterior en la aplicación del 155– a poner cara de pez. Puigdemont sólo es un mangante, pero tampoco es novedad en la política catalana, así que alegría y a brindar. Una vez que ha repostado en los tribunales germanos, el secesionismo vuelve a estar en forma para coger la cuesta arriba a buena velocidad y si me apuran, para tropezar de nuevo en la misma piedra.