Opinión
Serenidad y sabiduría
Ahora llegan las preguntas: ¿Qué PP quieren los votantes que todavía le siguen siendo fieles? ¿Qué PP quieren los que se le han marchado a otros partidos? Y, sobre todo, ¿qué PP quiere Pablo Casado? Renovar está muy bien y es muy aconsejable teniendo en cuenta que la política española ha dado un doble tirabuzón y se parece a la de hace un lustro como un botijo a un mechero, pero, ¿renovar por y hacia dónde?
Por un lado, no hay que olvidar que el voto de los militantes fue para Soraya, es decir, para la continuidad más absoluta de la era Rajoy; por otro, está claro que dentro del propio partido hay un movimiento a favor de transitar otras carreteras. Mantener los que le quedan y recuperar los que se le marcharon –y no sólo a los nostálgicos de José María Aznar– a cobijarse bajo el manto de otros partidos que aportaban nuevos pantones al «bicolorismo».
El reto no es fácil, sobre todo cuando una de las primeras fotos que te haces es con Aznar, al que seguramente Casado admirará mucho, pero que no deja de ser uno de los que van comiéndose los trozos de pan que indican el regreso a casa. Combinar eso con nuevas ideas que innoven, que no sean un regreso al pasado y que al mismo tiempo sean atrayentes para los que se quedaron, los que se fueron a Vox, los que se han ido a Ciudadanos, los más jóvenes y su gran masa de votantes que hoy por hoy pasan de los sesenta años, va a ser una tarea titánica a la que Casado va a tener que enfrentarse con la Oración de la Sabiduría como bandera. Ya saben, esa que dice: «Señor, concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no puedo cambiar, fortaleza para cambiar lo que soy capaz de cambiar y sabiduría para entender la diferencia».
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