Opinión

Odiología

Resulta que en este país nuestro, tan especial él, llevamos semanas hablando de si habrá o no boicot al Rey en los actos conmemorativos de los atentados en Cataluña. En este asunto disparatado llevamos bastante más tinta gastada que en los actos en sí, como si el intento del grupito de siempre de quedarse con el protagonismo político a costa de hacerle la cusqui al jefe del Estado fuera lo importante. Dedicarse a organizar vetos programados cuando de lo que se trata es de hacer un homenaje a las víctimas de un atentado es profundamente mezquino. Nadie tiene la potestad del sentimiento, y los que pretenden imponer los ideológicos en un momento tan sensible demuestran una intolerancia que va más allá del postureo habitual. Hablamos de actos terroristas no de recepciones hechas a mayor gloria de la monarquía, que es lo que estos amigos de las fronteras ideológicas pretenden vender.

Si el Rey quiere acudir a Barcelona como ya hizo el año pasado, nadie es quién para prohibírselo ni para politizar lo que nada tiene que ver con la política, con el independentismo o con el hecho de que haya en las cárceles por orden judicial un puñado de señores; es más, si Felipe VI no hubiese hecho pública su decisión de asistir, los mismos que ahora se mueren por organizarle un escrache le estarían poniendo como hoja de perejil. La ANC ya ha anunciado que no acudirá en señal de protesta: es decir, que anteponen su tirria al Rey a la solidaridad con unas víctimas a las que por lo visto, no consideran como algo suyo. El gesto, les retrata como lo que son: un grupo de fanáticos con una «odiología» tan profunda que con tal de que el capitán se fastidie son capaces de quedarse sin rancho a perpetuidad.