Opinión
Colgados de la entelequia
La imagen no puede ser más esclarecedora: independentistas ocupando irregularmente una plaza para evitar que una manifestación por el uso del castellano pueda leer su manifiesto, y cordones de mossos impidiendo el paso a los manifestantes mientras los independentistas acampan a sus anchas con muy poquita cara de buscar el diálogo. Ese es el panorama a día de hoy. El Gobierno sigue tendiendo la mano a la Generalitat y la única respuesta por parte de Torra y los suyos ha sido sacar la cubertería y colocarse la servilleta al cuello para zampárselo. Teníamos 365 días para buscar soluciones y sin embargo vamos a llegar al 1-O con los pies metidos en el mismo charco; en un tira y afloja en el que siempre los que tiran son los mismos y los que aflojan, también. Lo del diálogo sigue siendo la entelequia en la que se estrelló Soraya y en la que lleva cien días patinando como pingüino sobre mantequilla el ministro Ábalos, unas veces diciendo que la existencia de políticos presos no ayuda a normalizar la situación y otras, acusando al independentismo de engañar a los catalanes. La aplicación del 155, que es lo que pide la oposición, tampoco parece la panacea, y a las pruebas nos remitimos. Y poco más se puede hacer aparte de intentar marear una perdiz que es inmune al mareo. Los únicos que pueden acabar con este despropósito que sólo beneficia a quienes tienen muchas ganas de trabajar por una futura Cataluña «libre» y muy pocas de hacerlo para la presente, son los propios catalanes en las urnas. Hasta entonces, el gobierno de turno tendrá un grave problema porque cualquier otra solución, por corta o por larga, siempre le pasará una factura tan cara como la suscripción de un seguro de ministro en el Ejecutivo de Sánchez.
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