Opinión
Norma Duval vuelve al teatro
Exhibe unos atractivos sesenta y algo serenos, reposados y tranquilos, pero físicamente aún llamativos –ya crió a las gemelas de su hermana Carla, desaparecida cuando estaba en su esplendor– y se dispone a reaparecer tras siete años alejada de los escenarios. Lo hace artísticamente emparejada a Andoni Ferreño, al que casi considera un hermano.
«Hemos trabajado juntos muchísimas veces. En distintas épocas fuimos pareja televisiva presentando programas. Me anima retomar la profesión porque está él. En casa ya he cumplido, aunque sigo cuidando de mi madre, que tiene alzhéimer. Es el mismo caso de Carmen Sevilla, a la que su hijo no me permite visitar. No quiero decirle adiós cuando esté de cuerpo presente. Me gustaría darle un abrazo aunque no me reconozca. Advertí a su hijo que difundiría esa negativa para que la gente se entere. Sé que ella lo agradecería igual que hace mi madre –casi se emociona al nombrarla, los últimos años entregada a su cuidado–. Ya lo tengo todo hecho y hasta ahora no tuve ganas de volver. Ahora sí, con mis hijos casados y las niñas estrenando piso. Hace ocho años que se fue mi hermana y parece que fue ayer. Las niñas –para ella aún lo son– están bien y salieron muy equilibradas, milagroso en este tiempo», reveló durante la presentación de la campaña «Tu trabajo habla muy bien de ti», dedicada a todos aquellos cuidadores de personas dependientes.
«Me gustaría abrazarla»
Hará una comedia de cinco personajes donde seguramente debutará su hijo. ¿No añora los tiempos de vedette como cuando triunfó en el Folies Bergère de París? «Pertenece a otra época, han pasado treinta años. Estaría loca si pretendiese hacer lo de antes. Hay que acomodarse al tiempo y vivir al máximo. Por eso me gustaría abrazar a Carmen Sevilla. Querría verla y disfrutarla, pero su hijo no me deja. Él sabrá por qué lo hace. Le escribí varias veces a Augusto, casi se crió en mi casa, y ni me ha contestado sabiendo lo mucho que hay entre su madre y yo. No sé por qué no me dejan verla. Incluso lo gestioné para que mediase Moncho Ferrer, de los pocos que siguen cerca de Carmen, y me dijo que Augusto quería mantener distanciada así a su madre para que deje el recuerdo de sus buenos tiempos. Yo la conocí cuando tenía l7 años y después trabajé mucho con ella», insiste.
Norma se marcha a Mallorca cada fin de semana, una devoción marital más que obligación. Desde hace siete años allí monta una feria de muestras. Todavía hace volver cabezas asombrando con su fina estampa. «Soy una abuela en estado de hibernación y conservación», bromea consciente de cuánto gusta todavía.
¿Y de tu boda, qué? «De mi boda na', como en la canción. Y menos ahora con el lío de los ensayos. Guardo mal recuerdo de mi último trabajo escénico, cuando estrené aquí “La mujer del año”. La produje, arreglamos el teatro, ampliando su escenario, gasté un dineral y solo funcionó relativamente», lamenta, y eso que es un musical histórico que en Broadway estrenó Lauren Bacall y lo han hecho desde Anne Bancroft a Faye Dunaway.
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