Opinión

Lo de siempre

Es inevitable. En cuanto hay una gobierno nuevo una de las cosas que hace es cargarse el sistema educativo anterior e imponer uno nuevo. Mientras están en la oposición todos juran y perjuran que consensuarán una Ley con el resto de los partidos, pero en cuanto tienen la sartén por el mango se olvidan del juramento y dinamitan lo anterior sin mirar pelo. Por supuesto, el gobierno de Sánchez no iba a ser menos y ya ha anunciado su intención de darle una vuelta al colchón de la LOMCE sin especificar si destinará a la Educación un 5% del PIB, que es lo que propuso hace ocho meses y lo que le hizo levantarse en marzo de la mesa en la que se negociaba el Pacto Social y Político por la Educación en la Subcomisión del Congreso de los Diputados. Claro que eso no lo sabe ni él porque el tema Presupuestos está como está. De nuevo nos encontramos con que las aulas se utilizan como herramienta electoral en un nuevo dime de qué presumes y te diré de qué careces. Las pensiones, las víctimas del terrorismo y la educación. Se supone que ese es el triunvirato de cuestiones que nunca deben convertirse en armas para conseguir votos, y sin embargo nos encontramos de nuevo con un gobierno dispuesto a utilizar munición sensible para conseguir los apoyos suficientes que le permitan seguir en todo lo alto. La reforma que propone el PSOE, séptima de nuestra democracia, huele a pipa de la paz con los nacionalistas, a mano por el lomo a Podemos, a pólvora contra esos a los que según el CIS dejará planchados en las próximas elecciones. Y huele también a gasto innecesario y a desprecio a una comunidad educativa a la que nadie se toma la molestia de preguntar cada vez que le tocan los mimbres. Lo de siempre, así de simple