Opinión

A cara tapada

La tristemente famosa kale borroka con la que algunos hacían méritos para aprobar el primer curso de etarra, vuelve convertida en "lluita de carrer" de la mano de los vástagos de la CUP cuya última machada ha sido la de pintar lazos amarillos en la casa de Albiol después de embadurnar de pintura amarilla el felpudo del juez LLarena, hazaña de una heroicidad extrema para la que hay que demostrar unos redaños fuera de lo común. Salir de casa con el verdugo calado y el bote de Titanlux en la mano no es cosa de pusilánimes, y hay que tenerlos pero que muy bien puestos y del tamaño de los melones de Villaconejos para afrontar semejante escaramuza patriótica que a lo más le ha debido quitar cinco minutos de sueño a las víctimas. No obstante, lo más grandioso de la proeza de estos aprendices del graffiti chapucero ha sido lo de grabarlo y subirlo después a las redes sociales, porque demuestra que los integrantes de los comandos de Arran no solo tienen iniciativa sino que además, bajo el chandal de Decathlon, ocultan un coranzoncito con aspiraciones de influencer, cosa nada baladí en los tiempos que corren y en los que es muy posible que el número de likes obtenidos sume puntos para ascender en el escalafón de los CDR. Desconocemos cuál será la próxima operación con la que estarán pensando en desestabilizar al malvado Estado opresor y a sus representantes, pero no se descarta que sea pintar bigotes y perillas a una foto de Arrimadas. De momento me los imagino frotándose con aguarrás los bajos del pantalón que se les habrán quedado hechos un asco después de lo del juez, dándose palmaditas en la espalda por la delicada decoración del garaje de don Xavier y felicitándose por haber conseguido que quien se encarga de la limpieza de ambos recintos se haya acordado de todo su árbol genealógico. Grandioso.