Opinión

Final en el barro

A dos días de las elecciones andaluzas PSOE y PP han vuelto a encontrarse de cara con un pasado que por haberse descubierto tarde lo tenemos tan fresco como si hubiera sucedido ayer. Me refiero a los antiguos –y por lo visto eternos– casos de corrupción de uno y otro que regresan a los titulares y toman el relevo a Vox como arma arrojadiza en estas últimas horas de campaña. Por un lado tenemos a Griñán, muy molesto por tener que dar explicaciones ante la comisión en el Senado por el asunto ERE, algo que no le viene ni medio bien a Susana Díaz; por otro, ahí está el exalcalde Albondiguilla, declarando ante el juez que él ya advirtió a Juan Manuel Moreno Bonilla, cuando este era responsable de Política Autonómica y Local del PP, de que Bárcenas le estaba presionando para que otorgara contratos a una determinada constructora, cosa que evidentemente le viene fatal al hombre que susurraba a las vacas para pedirles el voto. Es como para pensar que Ciudadanos y Adelante Andalucía le han puesto unas velas a San Dimas. Los esqueletos en el armario de la política suelen dejar un tufillo difícil de eliminar máxime cuando llevan de gira por los juzgados y por los parlamentos autonómicos más tiempo que Miguel Ríos con la suya de despedida. Inevitable, por lo tanto que irrumpan en está y en las siguientes citas electorales. La consecuencia es que nos esperan dos días insoportables de guantazos a cuenta de los ERE y de la Gürtel. Luego llegará la demostración de que los electores se guían por otros parámetros y votan lo que votan pensando en cuestiones que poco tienen que ver con el fango que ya dan por amortizado de puro cansancio, pero eso da igual porque ahora lo que toca es ponerse como un basilisco e intercambiar pegotes de barro. Cansino a tope.