Opinión

President bocachancla

La imagen impecable de país de primer orden que ha dado España durante la organización y el encuentro del partido que no se pudo celebrar en Argentina se la ha cargado de un plumazo el atorrante de Torra, a quien sacar los pies del tiesto le pone a mil. Se ve que este hombre, de aspecto blandengue y color como tirando a gris hormigón, se ha propuesto pasar a la Historia como el bocachancla mayor de lo que llevamos de siglo, seguramente a modo de venganza por los bocadillos que le debieron quitar en los recreos durante su infancia. No hay otra. Sólo desde el resentimiento más absoluto, desde un reconcome de diván de psicoanalista, se puede explicar que este señor proponga como modelo a seguir un conflicto armado y después se retire a un monasterio a hacerse un plan detox de dos días en solidaridad con otros señores que se han declarado en huelga de hambre pero que, por lo visto, se ponen hasta arriba de Meritene.

A Torra se le ha intentado desactivar con maniobras orquestales creyendo que ya se aburriría. Craso error. Como los niños mimados, se ha ido creciendo y ya no hay «Supernanny» que le controle. En su delirio está llegando a creerse un Robespierre, y lo más inexplicable es que todavía haya quien apueste por seguir pasándole la mano por el lomo a cambio de que muerda la zanahoria de unos Presupuestos que le importan lo más mínimo.

A Torra se le ha ido la pinza, vale. ¿Pero los catalanes están dispuestos a aguantarle más la tontería o van a seguir su consejo y optarán por desalojarle utilizando las armas... que por supuesto no son las que se utilizaron en Eslovenia sino las únicas que entendemos los demócratas y que se llaman, estimado Molt Honorable, urnas?