Opinión
Marronazo
Que tenemos un problema con la violencia de género es un hecho. Basta con remitirse al número oficial de mujeres asesinadas o maltratadas a lo largo de 2018. Por eso es incomprensible que Vox se descuelgue supeditando su apoyo al cambio en Andalucía –comunidad que en 2017 encabezaba el ránking de número de víctimas– a la supresión de la ley que garantiza la prevención y las ayudas contra esta lacra. Ni idea de a quién se le ha ocurrido semejante asada de manteca, pero como estrategia política, más allá de su contenido ideológico y ético, es garrafal: de entrada, tal y como se ha planteado, se pone, como poco, a la mitad de la población en contra; de salida, da un argumento definitivo a quienes venían definiéndolo como un partido ultra. Un tiro en el pie que ayer ocupaba espacio en los periódicos físicos, mientras las ediciones digitales repercutían el asesinato de una mujer en Laredo a manos de su pareja. La primera víctima de 2019. Vox podría haber exigido cualquiera de sus otras 99 propuestas antes que meterse en tal barrizal –bajada de sueldos a cargos públicos, supresión del Impuesto sobre el Patrimonio, Sucesiones y Donaciones...– y sin embargo, ya ven: a alguno se le ha venido arriba la materia gris y ha parido un marrón.
Si en el fondo subyace el hecho de que la mayor parte de sus votantes son varones de mediana edad, alguien debería explicarle a Santiago Abascal que muchos de ellos no lo han hecho para que esa sea su primera medida, por mucho que ahora desde el partido verde se dediquen a matizar el asunto (malo cuando hay que hacerlo) remitiéndose a su programa electoral donde proponen una ley de violencia intrafamiliar que proteja por igual a hombres y mujeres. En vista de lo nefasto del titular, la segunda decisión que debería tomar es la de presentarle el finiquito a quien ha tenido la ocurrencia.
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