Opinión

Jugada maestra

Si la venganza es un plato que se sirve frío, Pablo Iglesias se enfrenta a lo más crudo del invierno con un enorme polo de sopa como único alimento por gentileza de "Chez Errejón. La traición del que durante mucho tiempo fue su Bruto, le pilla además al menguante líder de Podemos de baja paternal que es otro golpe bajo porque el hombre se debe a sus bebés por encima de sus responsabilidades políticas y, o monta en su casa una cónclave disfrazado de merienda familiar o lo va a tener muy difícil para explicar su regreso a unas tareas impropias de un padre concienciado.

Aceptar la invitación del nuevo candidato de "Más Madrid" a la Comunidad es reconocer el K.O., perder a IU y a los anticapitalistas y descender en el escalafón de protagonista a extra con frase. Presentar un nuevo cabeza de cartel que tendrá que batirse el cobre con quien su propio partido consideraba hasta ayer su mejor candidato, es simplemente, lanzar un mártir a los leones. La jugada de ajedrez es maquiavélica. Es fácil imaginarse a Carolina Bescansa, a José Manuel López y a Tania Sánchez, por mencionar sólo alguno de los laminados por Iglesias, escuchando la noticia en la radio, con los pies en alto y una cervecita en la mano, disfrutando el momento. En Andalucía, Teresa Rodríguez va a su bola; en Cataluña, en Comú es o no es, dependiendo de la ocasión, y ahora en Madrid, la fiera a quien creía haber amansado con el caramelo autonómico le clava los colmillos con la inestimable ayuda de la simpática abuelita a quien Iglesias convenció para que dejara de hacer magdalenas y le bajara los humos a Esperanza Aguirre. Poco queda de aquel macho alfa cuyo liderazgo parecía inquebrantable. Cinco años después de su fundación, a Podemos se le está desconchando la fachada. El cemento tenía demasiada arena.