Opinión

Isabel Preysler revela que Tamara no quiere casarse

Los premios Mujer Hoy cumplieron el objetivo, compusieron un interesante, dispar y variado catálogo de personalidades femeninas: de Mabel Lozano a la casi socialmente retirada Blanca Marsillach, volcada en sus funciones teatrales que ella misma produce. Hace una labor captadora que debería ser ayudada desde las alturas. En la espera, va haciendo y sube la temperatura escénica. Le di recuerdos para su refinada madre, Tere del Río, que en tiempos fue lo más interesante y joven de nuestro cine. Ante Aitana Sánchez Gijón –que retoma la difícil Nora en versión adaptada del original– vestía suntuosamente como para una boda, de largo blanco con mangas abiertas. En abril estrena en Madrid y sigue jugándosela como en su etapa emparejada –solo escénicamente, digan lo que digan– con Mario Vargas Llosa. Añoran su teatro. Hicieron representaciones llenas de interés, pero el escritor ahora solo encuentra tiempo para viajar y mimar a Isabel Preysler. Era objetivo general tras haber asegurado que su hija, Tamara Falcó, adorada por la prensa del género, no quiere casarse. La opinión casi infartó. Aunque en seguida fue desmentida por esta ya más mujer que niña: «Son cosas de mami, ella lo cree así porque me encanta vivir en la casa familiar», nos tranquilizó Tamara. La hija del marqués de Griñón también estuvo el sábado en los Goya, donde lució un modelo de su propia marca, TFP by Tamara Falcó, en seda negra y con capa blanca, que combinó con zapatos de Jimmy Choo y un clutch de Bottega Veneta.

En los Mujer Hoy, Blancadestacó bajo tieso moño alto que hacía equilibrios complementando un Oscar de la Renta azul noche con cinco volantes por falda. Gran escote y una mochila al hombro ponía informalidad a tanta gala, mientras la siempre sonriente Cristina Piaget optó por la gasa rosa y Pastora Vega escogió un negro muy receñido. Despertó curiosidad Isabel Junot, hija de la estrella francesa. Ahora estudia en Madrid, mientras Dani San Martín respondía a las muchas preguntas sobre Carmen Bordiú. Fue de sus amigos más fieles, recordaba que «nací en el Ferrol del Caudillo» y ponía expresiva cara de circunstancias. Con ella lo decía todo mientras la enorme Rossy de Palma era felicitada por su última película –última al menos televisivamente–, donde su trabajo consiste en aparecer decorando un jarrón azul que juega en toda la proyección, un hacer aparentemente pasivo: «En México está gustando mucho, pero es difícil que te sigan solo mostrando el busto, hay que echarle cara», ironizó ante María Casas, Almudena Alyar y Ana Polvorosa, tan habitual en los seriales televisivos.

Fue una cita animadora ante las reuniones próximas realmente desdibujadas por las perezosas colas que dejan las Pascuas. Estuvo bien como arranque del año. Salimos muy esperanzados imaginando que todo retomará su ritmo habitual. No dejó de subrayarlo el barcelonés Alex Stiles, que de esto de convocar sabe un montón y anda sin temor por lo que se avecina, y citaba para este marqués en que el Liceo monta un gran y merecido homenaje póstumo a Caballé, en el que cantará Josep Carreras, que tras descubrirlo en el coro fue muchos años su pareja ideal junto con Plácido, «con el que sentía lo que con ningún otro, Joan Pons, al que cambió de tesitura, y Aragall “la mejor voz” de aquel tiempo tan feliz». Alargó hasta poco en dúo con Roberto Alagna, el cálido y tan amigo Carlos Álvarez y el magnífico Juan Carlos Flores, además de María Gallego y Josep Bros, José Galego, que empezó con ella, hasta otros veinte. Un reparto a tono con la mejor voz del siglo XX. Aprovecharán para el Ayuntamiento entregarle de forma póstuma la Medalla de Oro de Barcelona a quien tanto cantó y convirtió en himno eterno su «!Barcelona, Barcelona...!», estrenado para los irrepetibles Olímpicos del 92 y ya símbolo de unas jornadas únicas.