Opinión

Desenfoque absoluto

A mi juicio, hay un problema de desenfoque sobre España, con errores creados de forma interesada para querer contentar a ciertos colectivos y que al final no han servido para esto pese a que, sin embargo, han falseado nuestra propia Historia y la realidad del presente. Creo que hay toda una asignatura pendiente de normalización y de enfoque adecuado.

La versión oficial es que España es una joven democracia, y se toma como referencia la II República; y la cuadratura del círculo es la identificación del progreso con la descentralización (y de la unidad de España con Franco). No entiendo cómo no se ha tomado, en cambio, como referencia el Estado liberal. El punto de referencia debería ser la Constitución de Cádiz, así como el modelo centralista posterior, y demás paulatinos avances democráticos que se fueron poco a poco haciendo. Precisamente, la República no debería ser un punto de referencia, ante la mayor envergadura de toda esa tradición histórica más prolongada y constante y meritoria, y que curiosamente resulta hoy marginada y olvidada, pese a que está incluso en mayor sintonía con la realidad de cualquier Estado democrático europeo. En este sentido, el desenfoque es tal que parece ocultarse que Francia es centralista (y, por cierto, Alemania va a la par, en lo importante: rodillo sobre los signos identitarios regionales, anulación paulatina de las lenguas históricas, etc). La Constitución de 1978 supuso un gran avance de modernización del país, pero sobre una base precedente. Y esto, nuevamente, también se ignora, en este modelo falseado de Historia. Y es que, estando las garantías del ciudadano contra el poder público esencialmente en el Derecho administrativo y en la jurisdicción contencioso-administrativa, ya en los años cincuenta España tenía uno de los sistemas de garantías más avanzados de Europa (Ley de jurisdicción contencioso-administrativa, Ley de Expropiación Forzosa, Ley de Procedimiento Administrativo etc. etc.). Los jueces, básicamente, siguen haciendo hoy el mismo trabajo que entonces, en su protección del individuo frente al poder público, gracias a los progresos de antaño. Seguramente este mérito se deba a la propia sociedad española y a su carácter esencialmente democrático, de modo que (y esto es preciso también tenerlo claro) si no hubiera sido por el factor de intransigencia de algunos, en los años treinta, no se habría dado el franquismo. Éste es una simple consecuencia de los intransigentes, en su empeño de dividir España. Y este es un mensaje de cuya verdad debería tomarse nota por los separatistas actuales. No queriendo asumir su destino español, igual que el bávaro asume ser alemán, o el corso francés, son aquellos un factor de riesgo para la propia democracia, que parecen empeñados en destruir. La democracia no ese agota en hacer un referéndum, ya que la democracia es también defender nuestros intereses (y nuestro territorio) democráticamente. Si mañana un Estado decidiera algo, aunque fuera democráticamente, contra nuestros intereses, también estaríamos en nuestro derecho de defendernos democráticamente. Pero me preocupa cómo el español medio ha pasado a asumir esa versión ficticia, creada para contentar a algunos.

En suma, la línea de futuro está no en la República, sino en el pasado liberal. Por cierto, Franco no hizo otra cosa que mantener las estructuras del Estado liberal centralista. Hay varios estudios (de Orduña, Parada, Sosa Wagner...) recomendables sobre el Estado liberal y el centralismo. A veces pienso que hace falta, no obstante, hoy día, un libro titulado «Manual para españoles» exponiendo cosas básicas pero olvidadas, y no descarto hacerlo si tuviera un contexto editorial adecuado. Incluso el modelo de partidos del Estado liberal (basado en dos partidos, uno conservador y otro liberal) podría ser una referencia: en Estados Unidos, por cierto, tenemos un partido de derechas y otro más de derechas aún, toda vez que lo social puede ser un reto inmerso en la realidad constitucional o a satisfacer por esos partidos. En suma, el «desenfoque» es la raíz de los problemas que tenemos. La «España vaciada», por ejemplo, es una consecuencia de esta política anormal que se podría caracterizar bajo el lema de «cuanto más antiespañol seas, mejor te va». Es un auténtico timo a la nación española decir, por televisión, que esto del vaciamiento del interior ocurre en todos los lados, cuando resulta que en Alemania (por ejemplo) las ciudades más ricas e importantes están en el interior y no en la costa (salvo una sola, Hamburgo). En conclusión, cuando ya no haya castellanos viejos en España (en su interior) sino solo «antiespañoles convertidos» (a la fuerza, por cierto; en ciertas zonas de costa)... ¿qué solución va a tener España, si todos han terminado creyendo la mentira?