Opinión
Lo mejor para todos
¡Qué
lejos están los líderes que hoy concurren a las urnas de seducir
algún tipo de mente! Solo los infracerebros son capaces de dejarse
llevar por los abalorios electorales o los péndulos hipnotizantes de
las frases reiterativas de los candidatos. El lunes pasado, en el
grande y soporífero debate donde se recitaban solamente naderías,
el único que fue al grano ha sido Abascal diciéndole a su público
lo que quería oír. Los demás aburrieron a las moscas, unos con
populismos penosos y una bajada de pantalones por ver si pillaba algo
en un posible futuro gobierno de ultraizquierda; otros, que andan
bajo mínimos, sacaban merchandisings muy didácticos, y el resto sin
garra ni interés. Entiendo que es ya el cuarto debate en cuatro años
y no resulta fácil innovar. Se dice lo mismo año tras año y no se
responden a las preguntas que todos haríamos. Por un lado, los
atractivos que España ofrece a inversores extranjeros; por el otro,
qué hacer para el fomento de la investigación científica en
nuestro país. No se han producido menciones al aborto, a la
eutanasia y a cuestiones parecidas que quedaron sin tocar, lo mismo
que algunas más se soslayaron sin soluciones creíbles o con visos
de eficacia. En definitiva, los casi nueve millones de espectadores
que estuvieron atentos durante dos inútiles horas se quedaron tal
cual y sin una visión clara para quienes todavía estaban con dudas.
Me
gustó Leonor de Borbón en la entrega de los premios Princesa de
Gerona (yo escribo en español y digo Gerona). Estaba mucho más
natural que en los Princesa de Asturias y menos peluqueada. Hizo un
discurso muy mono y muy políglota. Encanta también ver a la Infanta
Sofía sonreír y aplaudir a su hermana aunque también es reseñable
que el Príncipe Felipe, en otro tiempo, no llevaba de clap a sus
hermanas.
Buena
diferencia hay entre Leonor y Greta. La una, todo dulzura, la otra,
todo amargura. Con la segunda se palpa el papanatismo (o el
oportunismo) del actual gobierno, ofreciéndole todas las facilidades
para que pueda venir a la cumbre del clima de diciembre que nos han
endosado los chilenos. La nena no quiera viajar en avión para no
contaminar, así que hay que proporcionarle un transporte diferente,
para lo cual la ministra del ramo está deshecha en opciones para
posibilitar su venida. Me pregunto si viajará en un barco velero, en
un pedalo o en una tabla de paddle surf, pero lo tiene complicado,
francamente. Hay una pregunta que me hago sin cesar. Si las
ventosidades de vaca, animal vegano donde los haya, contaminan un
montón y agujerean la capa de ozono, ¿qué pasa con las de Greta,
que también se alimenta solo de hierbas? El otro día, en este mismo
periódico, leíamos acerca de la nueva emergencia global, que es la
alimentación. Según este informe, en países con economías medias
o poco desarrolladas, se pasa directamente de la desnutrición a la
obesidad. Esto sí me parece un problema bastante grave al que no se
le ve una solución inmediata, ya que es un asunto de largo recorrido
que nos viene acuciando desde hace tiempo por la colonización
gastronómica de otros países. Cuando los de mi generación éramos
pequeños no veíamos obesos por la calle porque tampoco había bigs
macs. Había regordetes de comer callos con garbanzos y judías con
chorizo, especialidades regionales mucho más saludables que el
pienso que ofrecen en los comederos norteamericanos, que no merecen
la catalogación de restaurantes. Menos mal que, en algunos colegios,
ya ofrecen a los chiquillos de primaria aleccionamientos sobre lo que
es una alimentación saludable. En
fin, que les deseo una buena noche electoral y brindo por que el
resultado sea el mejor para todos. Amén.