Opinión
Tela de araña, una alternativa sostenible al plástico
El daño medioambiental que supone la utilización de plásticos es enorme, por lo que encontrar alternativas biodegradables se ha convertido en una necesidad. Bioplásticos producidos por bacterias o un compuesto logrado de combinar madera con tela de araña son algunos de los materiales que se presentan como alternativa, junto al bambú o los huesos de aguacate, para reducir el consumo de plástico.
La
lucha por acabar con los envases de plástico es imparable y cada vez
son más los proyectos que se suman a esta carrera para encontrar
alternativas más sostenibles medioambientalmente. La agresión que
supone para el planeta la utilización de plásticos o vidrios es
enorme, por lo que el empleo de productos biodegradables y
compostables se ha convertido tanto en un objetivo como en una
necesidad.
En
esta aventura hay compuestos que ya han visto la luz y otros que se
presentan como llamativas alternativas al plástico. Hablamos de un
material creado a partir de ácido poliláctico y alcohol
polivinílico, de bioplásticos de polihidroxialcanoatos producidos
por bacterias o de un material diseñado de la combinación de madera
con tela de araña. Todo biodegradable.
La
necesidad de lograr una alternativa sostenible al plástico se
entiende mejor si pensamos que una botella de plástico tarda entre
100 y 1.000 años en desintegrarse; una bolsa de plástico, 150 años
y los vasos desechables de polipropileno, más de 1.000 años. Tres
décadas deben pasar para que se desintegren las latas de aerosol y
los envases de tetrabrik; 10 años en el caso de las latas de cerveza
o refresco y 4.000 años las botellas de vidrio. Estas cifras hablan
de la verdadera dimensión del problema.
La
empresa cordobesa SP Group, con más de 30 años de experiencia en la
fabricación de films flexibles y rígidos para envasado de
alimentación, ha desarrollado un material 100% biodegradable y
compostable, el BIO FVSOL 60. Es una lámina basada en ácido
poliláctico (PLA) y alcohol polivinílico (PVHO), con un espesor
mínimo y de gran rigidez y transparencia, que se considera óptimo
para el envasado de frutos secos, especias, harinas, pastas, azúcar
o alimentación animal. Para que este material sea totalmente
biodegradable, las tintas de impresión utilizadas sobre él también
deben serlo.
En
su compromiso con la sostenibilidad, en 2016 SP Group puso en marcha
Tray2Tray, un proyecto de economía circular para gestionar de forma
eficaz los residuos y lograr que los envases de PET (tereftalato de
polietileno) puedan ser reutilizados después de su reciclaje. En las
empresas que se suman a este proyecto, SP Group instala una máquina
compactadora para reducir el volumen de los desechos, recoge esos
paquetes de residuos y se encarga de reciclarlos y volverles a dar
una vida útil como material para bandejas. El resultado es el rPET,
fabricado en su totalidad con material reciclado. Gracias a SP Group
y su proyecto Tray2Tray, en 2018 se dejaron de emitir 38 toneladas de
CO2 (dióxido de carbono) a la atmósfera.
En
una fase más experimental está el proyecto de VEnvirotech, una
start up biotecnológica barcelonesa. Fundada en 2017, se dedica a la
transformación de residuos orgánicos en bioplásticos
polihidroxialcanoatos (PHAs), poliésteres biodegradables de alta
calidad, producidos por bacterias. Este proceso se logra gracias a
una tecnología propia que instala allí donde se genera el residuo,
por lo que la reducción de costes en el tratamiento de los mismos es
evidente. Todo el proceso de transformación de los residuos en
bioplásticos se realiza en el mismo lugar. Alimentan a las bacterias
con residuos orgánicos y provocan la producción del bioplástico
PHA modificando el entorno en el que viven. El producto resultante
tiene una alta capacidad biodegradable y apenas necesita entre seis y
doce meses para desintegrarse. Es sostenible y no provoca efectos
tóxicos. Se aplica en envases, embalajes, en biomedicina y en
impresión 3D. Este proyecto le permitió a VEnvirotech ser uno de
los seis finalistas del premio Green Alley Award 2019. Es la primera
vez que lo logra una compañía española.
En
febrero de 2019 instaló su primera planta piloto industrial en la
sede de la empresa agroalimentaria bonÁrea Agrupa, en Guissona
(Lleida). El objetivo durante el año de funcionamiento en modo de
prueba de esta planta es validar la tecnología de producción de
estos bioplásticos creada por VEnvirotech. Por cada kilo de residuos
orgánicos que se trata se obtienen 400 gramos de bioplásticos. El
excedente es agua, que una vez depurada puede volver a ser
reutilizada.
De
la alianza entre la naturaleza y la investigación surge la
alternativa más llamativa al plástico, un compuesto biodegradable
formado por madera y tela de araña que podría usarse en implantes
médicos, en la industria textil y para la fabricación de envases,
según se publicó en ‘Science Advances’.
La
tela de araña es fuerte y flexible, mientras que las fibras de
celulosa que hay en la madera son rígidas y duras. Los
investigadores de la universidad finlandesa de Aalto querían
combinar las propiedades de estos dos materiales para lograr un
compuesto rígido y al mismo tiempo fuerte y flexible. El proceso,
según explica ‘Anthropocens Magazine’, comienza al romper la
pulpa de madera de abedul para formar pequeñas fibras microscópicas
de celulosa. Posteriormente las dispersan en proteínas de tela de
araña, que actúan como adhesivo y las mantienen unidas.
Las
proteínas de tela de araña utilizadas no se obtienen de los
animales, sino que proceden de un proceso algo más complejo. Los
investigadores de Aalto hicieron ADN sintético que imita los genes
productores de proteínas de tela de araña y después insertaron ese
ADN en bacterias capaces de producir la proteína en grandes
cantidades.
Volviendo
a España, AIMPLAS, el Instituto Tecnológico del Plástico, ha
impulsado el desarrollo de varios proyectos sostenibles que ya son
una realidad y tiene en marcha varias decenas más con el objetivo de
lograr una alternativa al plástico. Ya se comercializan mallas
compostables para patatas, cebollas, cítricos o moluscos. En menos
de seis meses, estas mallas se descomponen para convertirse en abono.
Junto con la empresa británica Skymark, AIMPLAS ha desarrollado una
tecnología que permite el reciclado de films y envases impresos
mediante un proceso de eliminación de tintas y olores.
Todavía
en proceso de desarrollo tiene proyectos como el que busca lograr
films biodegradables y compostables para envases flexibles destinados
a productos alimenticios; trabaja en lograr envases para comida
preparada obtenidos a partir de materiales biodegradables y
compostables y que sean resistentes al microondas; también en
desarrollo está el proyecto con el que pretenden conseguir botellas
y bolsas biodegradables para el envasado de productos lácteos
líquidos y ya en fase de validación se encuentra el proyecto para
lograr un material biodegradable que permita fabricar tubos flexibles
para el envasado de cosméticos.
Si
estos son algunos de los compuestos más novedosos en los que trabaja
la industria para minimizar la agresión al planeta, desde hace
tiempo ya tenemos a nuestro alcance materiales para lograr un mundo
más sostenible. Un ejemplo es el bambú, con el que se elaboran
cepillos de dientes o pajitas para beber que sustituyen a las
desechables de plástico; telas de algodón tratadas con ceras
naturales que se amoldan a su contenido y permanecen adheridas para
servir como envoltorio; envases de almidón de maíz, totalmente
compostables, para servir comida a domicilio o cubiertos elaborados
con huesos de aguacate que fabrica la empresa mexicana Biofase.
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