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Opinión

Legislatura "gloria"

Sánchez ya sabía de los sinsabores del gobernante a pesar de que cada vez que habla parece que lleva días y no año y medio durmiendo en la Moncloa. Lo que no está claro es que sospechara los disgustos que se le iban a acumular desde que está obligado a compartir sofá con Iglesias mientras negocia un matrimonio de conveniencia con ERC. No está teniendo suerte el hombre: queda con Torra y no solo el propio Parlament lo inhabilita sino que ya ha anunciado que convocará elecciones, con lo que se ha convertido en un desecho de tienta sin ninguna capacidad de decisión. Esto obliga a retrasar la mesa de negociación, cosa que ha puesto de muy mala leche a Esquerra de la que depende, entre otras cosas, para aprobar unos presupuestos cuya negociación le va a pillar en medio de una campaña en la que los de Junqueras van a tener que competir en independentismo con los de Puigdemont. Problema sobre problema. Anuncia la subida del SMI y no solo llega Ábalos y le chafa las portadas, obligando además al resto de ministros a salir en su defensa, sino que se le ponen en pie de guerra los aceituneros altivos de Jaén, que no son precisamente susceptibles de ser tachados de extrema derecha ni de fachas. Mala cosa para un gobierno progresista que se te encaren los herederos de Miguel Hernández; presume de haber devuelto al PSOE su esencia, y dos históricos, Guerra y González – que será un jarrón chino, pero con mucho predicamento todavía– le abofetean a dúo. No es que el presidente cambie constantemente de opinión porque es un veleta: es que no sabe por dónde le va a pegar el cierzo. Afortunadamente para él, siempre le quedará Tezanos presto a suministrarle una dosis de Prozac en forma de CIS, porque esta legislatura, más que de balsa de aceite, apunta maneras de borrasca «Gloria».

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