Opinión
Primeros reflejos literarios
El estudio de la literatura hispanoamericana de Jean Franco, profesora emérita en literatura comparada de América en la Universidad de Columbia y una de las pioneras en esta especialidad, sigue la línea de la «Historia de la Literatura Española» dirigida por J. O. Jones, catedrático de la Universidad de Cambridge. Se trata de una orientación excelente y aporta unas ideas muy estimulantes en la didáctica y el pensamiento literario de la autora. Comienza el estudio de la literatura en el momento de la Independencia, pues con razón dice la autora que la propia España estaba sufriendo un cambio con las reformas iniciadas por el rey Carlos III, evidente iniciador de las reformas administrativas en los grandes territorios de la América española, con un sentido estratégico y de defensa contra otras armadas y los ataques dirigidos contra las ciudades costeras en el Caribe y en las costas de América Central y América del Sur.
El sistema político de Carlos III comenzó a ser objeto crítico cuando las cortes virreinales -el Virreinato de Nueva España y, sobre todo, el Virreinato de Lima- alcanzaron un máximo esplendor. El erudito y viajero alemán Alexander von Humboldt, en los escritos que redactó sobre estas ciudades, llegó a decir que la ciudad de México no tenía en Europa a finales del siglo XVIII ninguna ciudad que se le pudiese comparar. Carlos III, a través de sus ministros, llevó a cabo la expulsión de la Compañía de Jesús, pensando, quizás, que podía ser un inconveniente para el progreso. Con los jesuitas desapareció uno de los fundamentos de la sociedad colonial, pues además de extensas propiedades tenían también un gran peso como educadores y profesores de las universidades criollas. Su expulsión les convirtió en centro de búsqueda por parte de la sociedad urbana y gran propietaria de grandes haciendas y extensiones territoriales.
También se produjeron rebeliones como la del indio Tupac Amaru en 1781. Esta etapa histórica fue un periodo de transición a través del cual transcurrió en revolución uno de sus más destacados ejemplos, el de fray Servando Teresa de Mier (1765-1827), infatigable viajero, buscando ayudas y dinero para lograr la independencia. Además de otros viajeros como fue el citado Alexander von Humboldt. Fue un prolongado ambiente revolucionario hasta llegar en México a la revolución social de 1810, cuando el cura de Dolores, Miguel Hidalgo, se puso al frente de una tumultuosa turba, por lo que será capturado y ejecutado. La independencia, en consecuencia, tuvo muchas alternativas, como fue el movimiento conservador encabezado por Iturbide, que se hizo coronar emperador. Aquí no surge el chispazo literario, pero sí en la región del Río de La Plata, donde hombres como Mariano Moreno (1778-1811) representaron el pensamiento más ilustrado sobre la democracia y la raza; comentando una edición del «Contrato Social», rinde tributo a Juan Jacobo Rousseau.
Es evidente la escasez de pensamiento literario y es verdad, por añadidura, que existió escasez de autores. Pero sí surgieron españoles que habían formado la burocracia del Estado del «despotismo ilustrado» colonial que se vivía en Lima. Me refiero a Alonso Carrió de la Vandera (c. 1715-1783), que primero fue corregidor y más adelante inspector de postas, siempre en el Perú. Bajo el seudónimo de «Concolorcorvo» escribió una guía para viajeros, «El lazarillo de ciegos caminantes desde Buenos Aires hasta Lima» (1776), en el que un viajero cuenta un lento viaje en carreta entre ambas ciudades, conteniendo opiniones muy violentas. Una guía muy necesaria para no perderse en la inmensidad del Río de La Plata, pero que abarcaba junto a la rutina del viaje las situaciones concretas con las que podía encontrarse el viajero. Incluye una de las primeras descripciones de los «gauchos» de Montevideo y sus alrededores. Y de su libertad y falta de convencionalismos mientras cabalgan entre una hacienda y otra, comiendo y durmiendo y siempre viajando, viajeros eternos de una hacienda a otra, comiendo en la mesa redonda de las fondas y vuelta a salir hacia la hacienda más próxima. Es la despreocupada vida criolla gaucha. Concolorcorvo plasma esta vida y la habilidad de los gauchos en la doma de los caballos y la caza de caballos con «boleadoras», que es una de las principales armas gauchescas; establece perspectivas humanas que también juegan en la educación, como «el negro es más grosero que el indio…» y «sus bailes decididamente indecentes».
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