Opinión
Joe Biden y Juan XXIII
Angelo Giuseppe Roncalli (1881-1963) fue elegido Papa, como Juan XXIII, el 28 de octubre de 1958. Tenía 77 años, la misma edad de Joe Biden. Todo indicaba que iba a ser un Pontífice de transición, porque entonces llegar a octogenario no era muy habitual. Falleció en 1963 y ocupó el trono de San Pedro –«Cathedra Petri», de madera según la tradición– un periodo similar a una legislatura americana o española. Nadie lo esperaba, pero sorprendió a todos y no perdió el tiempo. En enero de 1959, tres meses después de ocupar el solio pontificio, Juan XXIII anunció la convocatoria del Concilio Vaticano II. No pudo ver terminados los trabajos conciliares, pero supusieron toda una revolución en la Iglesia católica, quizá ahora difícil de imaginar para las generaciones más jóvenes, al margen de sus creencias.
Joe Biden, presidente electo de los Estados Unidos, como católico que es, conoce la historia del llamado «Papa bueno». Llega a la Casa Blanca también con la etiqueta de presidente de transición que tal vez ni tan siquiera opte a un segundo mandato. Afronta el desafío, más allá de enmendar a Trump, de un mundo nuevo, el de la postpandemia, en el que se abre la esperanza de que la vacuna de Pfizer, anunciada ayer, sea de verdad eficaz y que le sigan otras. Nadie espera hazañas de Biden, salvo que haga olvidar a Trump, pero ya hay quien, como Kristalina Georgieva, directora gerente del FMI, entre otros, le sugiere que avance en la idea que esbozó en un olvidado mitin electoral de impulsar una especie de nuevo Bretton Woods, el acuerdo liderado en 1944 y liderado por Estados Unidos que diseñó el escenario económico tras la II Guerra Mundial. Tuvo al dólar como eje monetaria y fue una época de prosperidad y bienestar hasta que en 1971 Nixon, que hizo otras cosas mal además del Watergate, rompió aquel pacto. Quizá ahora sea el momento de una moneda virtual como ancla. El mundo postpandemia necesita un impulso y, a veces, los grandes cambios llevan la firma de personajes insospechados. Joe Biden llega como presidente transitorio, pero nada está escrito y la historia está llena de Roncallis.