Opinión
Votante cabreado, la Reina y OLE
Pedro Sánchez ya tiene Presupuestos. Falta el trámite del Senado. No habrá sorpresas. Pére Aragonés (ERC) arremete contra el Supremo por devolver a los condenados del «procés» a la cárcel y exige amnistía, pero sostendrá al Gobierno. No habrá ninguno mejor para sus intereses. Iglesias, mientras, vuelve a tensar la cuerda y reclama una jornada laboral de 32 horas cuatro días a la semana. Su estrategia no es reformadora sino revolucionaria y seguirá mientras sus 35 escaños sean decisivos. El gobierno Frankenstein de Sánchez es el resultado de una Ley Electoral, que fue válida, pero ahora quizá superada. La misma Ley, aplicada en Francia, hubiera hecho ingobernable el país, con decenas de diputados de Marine Le Pen. Lo mismo hubiera ocurrido en el Reino Unido con los extremistas de Neil Farage. El objetivo de los sistemas electorales, ya lo explicó Duverger, es propiciar gobiernos posibles y estables. No hay sistema perfecto, pero algunos pueden ser inoperantes, como quizá pasa en España.
Iñaki Ezquerra, fundador del Foro de Ermua, Redondo Terreros, Sosa Wagner, Fernández Villaverde, Elisa de la Nuez, entre otros acaban de alumbrar la plataforma «Otra Ley Electoral» (OLE). Defienden el principio «una persona, un voto», más protagonismo de los ciudadanos que de los territorios y mayor vinculación entre representante y representado. Casi revolucionario en un país en el que los electores están condenados a votar a quienes deciden los jefes de los partidos. No proponen todavía ningún sistema concreto, pero reclaman la revisión del actual. Triunfa mientras tanto la serie «The Crown». En un capítulo se cuenta la historia de Michael Fagan y cómo irrumpió en el dormitorio de la Reina Isabel II. Todavía más significativo es cómo se ve que, antes, el cabreado Fagan, acudió a ver al diputado de su distrito que, como todos los parlamentarios británicos, tiene una oficina para atender a sus votantes, aunque nos les hagan caso si los ven algo locos. Inimaginable en España, porque los diputados responden ante sus jefes, no ante los electores. Votante cabreado, la Reina y OLE.