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Julio Valdeón

La sanchedaz

Aplastan las armas pero respetan las ideas de Bildu. Las mismas por las que ETA mató a 800 españoles. Todo por el poder mientras blanquean los evangelios de la xenofobia

España lamenta el acabose y la ruina, pero debo decirles que ya hemos abandonado el momento crepuscular y estamos en modo esperpento puro. De «Los lunes al sol» y los curritos sin oficio, esperanza o beneficio a la «La escopeta nacional» en rauda y catastrófica vorágine austrohúngara. La transición de lo terrible a lo bufo, o mejor, su síntesis, mantiene las constantes siniestras, el pulso aciago, y luego añade elementos propios de una banal tragicomedia bananera. De un «Tirano Banderas» escrito por un sosias sin talento del divino Valle. La hazaña ha sido posible gracias a la entrega de un gobierno éticamente emasculado. Hasta el punto de que El Mundo Today, el periódico satírico, da cuenta de la actualidad sin añadir una gota de parodia. Este titular: «Una apisonadora destruye las armas incautadas a organizaciones terroristas en un acto simbólico presidido por Pedro Sánchez». Cuando los digitales humorísticos no exageran nada es el momento de encomendarse al meteoro. Hágase la voluntad del aerolito exterminador. O en su defecto de Sánchez, pues son lo mismo. Al acto de las pistolas, aplanadas en un capítulo inédito de «Looney Tunes», no asistieron Felipe González, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapatero o Mariano Rajoy, ni asociaciones como Covite y Dignidad y Justicia. Aunque los que mejor habrían encajado son el Correcaminos, Silvestre, Piolín y el Pato Lucas. Sí acudió Josep Luis Trapero, célebre humorista, deudor de Ionesco y Gila. Tampoco sería la primera vez en la historia que cuesta superar el nivel esquizo de una realidad grotesca. En «Una derecha sin héroes» Raúl del Pozo contaba que durante los días del Watergate el legendario Art Buchwald concluyó que puesto que no podía mejorar las noticias las publicaría sin más en el espacio de sus columnas. Hay momentos en la vida de un país y en la historia de los hombres donde lo patético, de puro extremado, queda blindado a la farsa. No puedes parodiar la actualidad de un Consejo de ministros en el que el Gobierno ejerce de Charlotín y sus ministros actúan en calidad de Abbott y Costello. Bienvenidos a la «sanchedaz», parque temático donde los trabucos son triturados por una aplanadora marca «Acme». Fantasías animadas de ayer hoy compatibles con los achuchones y agasajos a los albaceas del terror. Aplastan las armas pero respetan las ideas de Bildu. Las mismas por las que ETA mató a 800 españoles. Todo por el poder mientras blanquean los evangelios de la xenofobia, la consolidación de los ideales identitarios, la proclamación del zoco tribalista y la desertización de una nación que aspire a garantizar la equidad. Nada que deba de sorprendernos. Piensen que la otra tarde el ministro Icea asumió como inevitable el coste político de indultar a golpistas. De paso tuvo los santas criadillas de comparar la legalización del PCE con el perdón a quienes, como Oriol Junqueras, o como Milans del Bosch o Tejero, atentaron contra la legalidad democrática para cepillarse la soberanía nacional y nuestros derechos políticos. Que dediquen sus mejores esfuerzos al humor negro o amarillo me parece una hipótesis menos desoladora que concluir que se ríen de nosotros y aplaudimos.

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