Política
La moralina socialista
El socialismo está enfermo, agonizante de crisis y fracasos. Ha dejado de ser una solución inclusive moderada y centrista
El socialismo lleva una moralina única intrínseca, que sus adeptos creen indispensable como modo de vida para la humanidad entera. «Sin el socialismo no habría existencia posible ni pensamiento ni cultura posibles», esa es la forma de pensar de estos militantes del retraso. Y eso es lo peor del socialismo, la imposición al tener que definirse obligatoriamente dentro de unos patrones morales escogidos por ellos e implantados sin ningún tipo de derecho a otras opciones y libertades, desde lo emocional amedrentador y no desde las ideas. En consecuencia, esa es la razón por la que el socialismo resulta totalitario y decepcionante per se.
El socialista intentará descalificar absolutamente todo con lo que no esté de acuerdo según su paramétrica ideología. Si usted escribe un artículo en el que opina sobre algo con lo que no está de acuerdo (lo que es un derecho), el socialista buscará la manera de enjuiciarlo y condenarle enseguida de «bronco», «indignante», e «innecesario». Típico de la moralina socialista: lo que no le parece suyo, o sea, lo que califica y encasilla de forma despectiva como de los otros, tendría que ser de cualquier modo reprobable y entrará de inmediato en su programa de cancelación. Cancelar es típicamente socialista.
Una publicación muy conocida en Estados Unidos, en español y leída por hispanos, por sólo poner un ejemplo, decidió elegir y nombrar invariablemente como mujeres poderosas a todas aquellas mujeres cuya ideología y comportamientos pertenecen a la izquierda. No importa mentir y nombrar falsamente frente a este único criterio exigido: ser socialista o como mínimo Demócrata en el sentido partidista estadounidense de la palabra. Mujer progre igual a «empoderada». Ninguna mujer conservadora o de derechas ha aparecido jamás en las páginas del supuesto «empoderamiento» femenino de esa publicación dirigida a los hispanos. Lo que deja mucho que desear y tanto más cuando sabemos que han sido fundamentalmente los hispanos conservadores y anticomunistas los que han echado adelante el país desde el punto de vista económico y social. Una mujer conservadora, Teresa Mlawer, fue la que ideó y puso en práctica en Estados Unidos un sistema de librerías, edición y distribución de libros en español, que no sólo funcionó y todavía funciona, además la hizo millonaria en un sector en el que muy pocas mujeres lo consiguen. Nunca ha sido homenajeada por esta publicación, por mucho que le deba a la labor conservadora de la lectura y del aprendizaje de la señora Mlawer, que en paz descanse. Por cierto, la palabra «empoderamiento» sería incorrecta en nuestro idioma, la palabra correcta es potencialidad.
Por otro lado, para el socialista, un ser humano nace socialista, como para Lady Gaga un homosexual nace homosexual, por supuesto estoy citando a Douglas Murray en su libro La masa enfurecida. Según esta gente, no se deviene socialista se nace socialista, del mismo modo que según la cantante no se deviene homosexual se nace con ello. Viene de estirpe, y punto. Ningún cuestionamiento es permitido ni admitirían como posible.
Entonces, cuando un socialista deviene conservador por convencimiento, ¿qué resultaría? Obviamente para el socialista, el «transformista» era un fascista (olvidando los orígenes reales del fascismo, que es el socialismo) oculto tras una máscara de progresista. ¿Qué nivel de análisis contiene este prejuicio? Cero, ninguno. Puro patetismo.
«Comunismo o libertad», consigna electoral lanzada por Isabel Díaz Ayuso está muy bien. Pero yo prefería la anterior también lanzada por la propia Ayuso: «Socialismo o libertad». Por una razón, ese socialismo moderado que para bienes se dio en España entre los setenta y mediados de los noventa, no existe más. Aquel socialista cultivado y protector de su cultura, española, ibérica, fue aplastado por la tecnocracia y la ignorancia. La tecnocracia y la ignorancia parieron generaciones de socialistas incultos, extremistas, engreídos y tullidos mentales «totalitarizantes» (de totalitarios con ínfulas de ejemplarizantes). En una palabra, una generación basura que es la que ahora mismo se cree la última Coca Cola del desierto y que ha tomado el poder en zonas tan peligrosas como el gobierno español, y cuya moralina se resume a que seamos y obremos como a lo que a ellos les cante por sus «sagrados» timbales, y que devengamos, los que no pensamos como ellos, en sus robots o mascotas, ¿y por qué no sus esclavos? O sea, lo visto en Cuba a partir de 1959, ejecuciones morales televisivas, que pudieran convertirse como hicieron en Cuba aquellos barbudos treintañeros a fuerza de odio contra sus raíces mismas, en fusilamientos reales en plena calle, sin sistema judicial mediante.
Alguien tiene que decirlo de una buena vez: el socialismo está enfermo, agonizante de crisis y fracasos. Ha dejado de ser una solución inclusive moderada y centrista, porque moderada y centrista no es más que un estorbo y una falacia, como acaba de comprobar Ciudadanos en Murcia y pretendía hacerlo en Madrid.
El socialismo cuenta en su haber con un fenomenal historial de reveses, frustraciones, descalabros, abusos, apartheid y racismos; por lo que de ninguna manera pudiera aceptarse en la actualidad que se auto implante en un pedestal que no merece ni en la más increíble de las quimeras.
No estoy diciendo que el capitalismo y el conservadurismo compongan un sistema ideal, o el mejor indicado; pero hasta ahora, lo que sí es innegable es que el capitalismo funciona mejor que el resto, que inclusive, dentro de sus defectos y hasta perversidades, ha construido más, ha salvado muchísimo más, comparado con todo lo que ha destruido y derrumbado el socialismo en toda su espeluznante existencia.
Poner como justificación las dos Guerras Mundiales del pasado siglo sólo contiene ahora mismo un valor histórico absolutamente válido y que jamás debemos perder de vista, pero ha transcurrido suficiente tiempo para que construyamos el futuro con valores humanos distintos, sin el odio y la exclusión como bazas; inspirados en la tradición creativa, en la verdad, en la justicia, y en la vida misma.
Una sociedad no puede avanzar con la oscuridad y el deterioro como puntos de referencias permanentes. Una sociedad sólo podrá avanzar hacia lo mejor de la existencia, hacia la prosperidad y la luz de la verdad, desde la confrontación positiva e inteligente teniendo a la vida como aliada y no a la negatividad del desastre como perspectiva persistente y reiterativa.
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