Isabel II

God Save the Queen

Entre las banderas de la capilla por el funeral del duque de Edimburgo había sendas españolas por los dos caballeros vivos de la Jarretera: Don Juan Carlos y Don Felipe VI.

Amadeo Martín Rey Y Cabieses

Felipe, duque de Edimburgo y príncipe del Reino Unido, no fue rey, a pesar de ser consorte de la Reina. Sus exequias han sido un “ceremonial royal funeral” [una ceremonia funeral real], distinto de los “state funerals” [funeral de Estado], reservados generalmente para los monarcas titulares, con excepciones. En efecto, el último funeral de Estado para un miembro de la familia real fue el de Jorge VI en 1952. Sin embargo, con la aprobación de Isabel II y del Parlamento, en 1965 Sir Winston Churchill tuvo también un funeral de Estado. Tal era su importancia, especialmente tras su labor como Primer Ministro durante los aciagos años de la Segunda Guerra Mundial.

No es raro que las dignas y sencillas exequias del duque de Edimburgo hayan sido muy militares y se haya celebrado en Windsor, con su deán David Conner como celebrante y el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, como primado de la Iglesia de Inglaterra. Ese castillo es el centro de la monarquía, lugar cuasi sagrado para la realeza británica.

El féretro, que ya está en la Bóveda Real donde estuvo el de su madre, antes de ser trasladado a Jerusalén, estaba cubierto por el pendón del Duque con sus cuarteles de Grecia, Dinamarca, Mountbatten y el castillo de Edimburgo, cuyo título llevaba. Encima su sable de oficial de la Royal Navy y su gorra de almirante de la flota. Un minuto de silencio, iniciado y finalizado con sendas salvas, signo del dolor de una nación.

Entre las banderas de la capilla, sendas españolas por los dos caballeros vivos de la Jarretera: Don Juan Carlos y Don Felipe VI.

En una nave vacía, todo previsto por el difunto: música de Bach y Britten, entre otros. Un guiño a su origen ortodoxo con la Kiev Melody y otro a las Highlands con el gaitero mayor del Regimiento Real de Escocia. La impresionante sucesión de títulos enumerados por el Rey de Armas de la Jarretera no olvidó la pertenencia del duque a esa Orden, la más importante de las 61 a las que pertenecía, cuyas insignias estaban sobre el altar mayor.

Se rezó por todos sus miembros. Los varones de chaqué negro. Carlos un paso por delante. Ellos -también a princesa real Ana- con condecoraciones en cuello, solapa y pecho -incluida la Jarretera-, algo no admitido en el ceremonial español. Ellas, de negro y sin alhajas, como corresponde a un funeral, salvo un broche de diamantes (nunca piedras de color). El trono implica soledad: hoy Isabel II lo está más que nunca y necesitará más que se cante a pecho henchido el God save the Queen.