Fútbol

La Superliga ha abandonado el grupo

Ironías de la vida, ahí se quedaron juntos Real Madrid y Barça, que ni siquiera se caen bien, preguntándose quién cierra la puerta al salir

Me ha pasado alguna vez. Se termina un festival o un fin de semana en el rural y todo el mundo empieza a abandonar el grupo de Whatsapp. Otras veces es porque fulano o mengano se han enfadado y salen pegando un portazo. Generalmente se da un efecto geométrico por el que nadie quiere ser el último en salir porque, como dice el acertijo zen, ¿hace algún ruido un árbol que se cae si no hay nadie para escucharlo? Más o menos así ha ido la cosa de la Superliga de fútbol después de la espantada de la mayoría de sus fundadores en tiempo récord. Yo, en cambio, nunca abandono esos grupos, no me pregunten por qué. Les cojo cariño, me quedo como el mohicano hablando solo y buscando el momento en que se jodió todo. En estos días se ha comentado mucho (ay, si hablásemos tanto de otras cosas) el cómo y el porqué el fútbol representa la realidad por ser reflejo del atroz capitalismo. Ricos contra pobres, el fútbol negocio contra el balompié real y todas esas cosas. Pero ¿y si el fútbol es un grupo de Whatsapp?

Revisito los grupos zombis en los que me he quedado varado y que tanto prometían. Y que tanto dieron, qué demonios. Releo las conversaciones, los preparativos de quién se encarga de qué. De lo bien que nos lo vamos a pasar. Son planes perfectos, cogorzas autogestionadas, felicidad en cooperativa. En la mayoría hay fotos y anécdotas, memes y stickers. Me imagino el grupo del Whatsapp de la Superliga. Primero eran todos muy amigos y se reían de los clubes alemanes. Incluso habría alguno que fingiría no conocer al PSG. Sin embargo, el pánico cundió con la fuga coordinada de los equipos ingleses y un escueto «sorry guys», mientras el resto miraba perplejo el mensajito que confirmaba cómo «han abandonado el grupo». Me juego el cuello a que los ingleses tenían a su vez su propio grupo paralelo en el que ponían a parir a «los del continente». Porque estas cosas son así. Por cada grupo creado con un propósito hay otros dos para conspirar y hacerle un traje a los del original, llenos de parodias y burlas. Incluso puede que haya un tercero entre los disidentes, algo así como «Jeques reales, dinero real» en el que solo se encuentren los petrodólares que controlan el fútbol inglés frente al resto de ricos anglosajones: «Millonarios sin chilaba». O los de Londres contra los del norte, qué se yo.

Peor debió sentar en el grupo de sonrojados clubes mediterráneos las salidas del Atlético y del Inter de Milán cuando la zozobra era completa. Y la del Milan y la Juve, más tarde, como de puntillas. Ironías de la vida, ahí se quedaron juntos Real Madrid y Barça, que ni siquiera se caen bien, preguntándose quién cierra la puerta al salir. Me consuela, porque algunos de mis grupos han sido un completo desastre, pero si yo fuera Florentino iba a bloquear a unos cuantos.