Opinión

El cuaderno de Chapu Apaolaza: Que no llegue el ketchup al río

Ojalá Iglesias condenara todas las balas en todos los sobres

A Rocío Monasterio le han preguntado en un debate electoral si condena el envío de balas en sobres a personas del Gobierno y ha dicho que su partido condena “todas las violencias”. Condenar todas las violencias es de primero de equidistante, pues diluye la violencia en otras muchas violencias, tantas que esta ni se nota. Condena algo tan grande y tan inabarcable que casi no se pueden identificar sus partes. La trampa es que pone en perspectiva el hecho violento entre todas las violencias que hay en el mundo y así uno se plantea si debería preocuparle una bala en un sobre frente a millones de muertos. O si en todas las violencias se incluyen otras violencias que puedan ser atenuantes de esta.

Lo de enviar balas no es nuevo. Se lo hicieron a Albert Rivera: recibió una bala y una foto de su cara con un agujero en la frente del que brotaba un hilo de sangre. Condenaron por ello a tres miembros de las juventudes de Esquerra Republicana de Cataluña, un partido de dirección de Estado según el propio Pablo Iglesias. Ojalá Iglesias condenara todas las balas en todos los sobres.

“Todas las violencias” me quiere sonar de otra cosa; será que también lo dijo Jon Inarritu refiriéndose a los mil muertos de ETA. Aquello lo celebraron mucho. El galapagarato declaró ese día festivo, si no nacional, plurinacional. ¡Todas las violencias!, ¿lo habéis oído?”, se pellizcaban a si mismos en la izquierda ilusionados ante el advenimiento democrático de los abertzales, tan útiles para su aritmética parlamentaria. A Iglesias le caían dos lagrimones escuchando la condena de todas las violencias de Bildu, otro partido de dirección de Estado, tan de Estado que dijo que Bildu y Esquerra comprendían mejor la Constitución que la derecha de mi Españita.

Esta vez no le ha sentado tan bien.  Al escuchar lo de “todas las violencias” por parte de la candidata de Vox, Pablo Iglesias se ha levantado del debate y se ha ido. Se muestra francamente indignado. Qué será lo próximo, ¿gritar que Madrid será la tumba de Abascal? ¿Decir que los de la bala iban a Vallecas a provocar? ¿O que los que mandan balas están defendiendo su barrio, como dijo Ione Belarra? O creerán que las balas eran de chocolate, como Echenique cuando dijo que la sangre de una diputada de Vox a la que abrieron la ceja por una pedrada abertzale era Ketchup. Ketchup por todas partes. Ojalá no llegue el ketchup al río.

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