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Abrecartas

Están averiguando si los perturbados mentales son fachas o si es al revés

Lo que Iglesias ansía es romper aquella regla que explicaba la democracia según Churchill por la cual si alguien toca a la puerta muy temprano es el lechero convertido ahora en mensajero de balas y navajitas plateás. Si el lechero llama dos veces es que que algo pasa en el buzón. En una labor periodística sin límites ayer se supo los lazos familiares del remitente del sobre enviado a la ministra Reyes Maroto, y que había dejado escrito su nombre bien claro. Apunten. Un tío del esquizofrénico amenazador está casado con una prima del padre de Iván Espinosa de los Monteros.

Y me pregunto ¿por parte de padre o de madre? ¿Fue este hombre alguna vez a una comunión, bautizo, boda en la que coincidió con el marido de Rocío Monasterio? ¿Se le escondió como Isabel II hizo con sus primos dementes? ¿Tiene Vox que implantar un cordón sanitario y distinguir entre los allegados de Vox y los de Abascal como hizo Felipe VI con la Familia Real? Hay que llegar al fascismo como sea. Encontrar su RH. Fichar su ADN. El padre de Monedero es solo una anomalía. Lo que antes se llamaban manicomios están repletos de reaccionarios que a lo que ven la manguera de agua helada se ponen a escupir sangre y dejan el nombre de Iglesias en el vaho del espejo, como «Redrum» en «El resplandor».

Las redacciones de la cosa izquierdista están en averiguar si los perturbados mentales son fachas o los fachas son perturbados mentales con los que uno no se puede sentar a tomar ni un mísero café bebido. Ya se entiende que dijeran que Isabel Ayuso estaba «ida» porque solo están en sus cabales los que comulgan con la causa progresista. Es de sentido común, ¿verdad Maroto, Reyes, reina de la cordura?, Lady Macbeth de comedia, ministra de turismo que anima a que vengan desde todo el mundo avivado el ánimo por la seguridad de España. No solo han hecho una función de cachiporra sino un teatrillo que lleva a todo el mundo la imagen de una España de la que no te puedes fiar con solo llegar al escáner del aeropuerto. Ministra, cuando esté viendo el episodio de hoy del docudrama de Rociito pensaré: Maroto, yo no te creo.