Política

Los derrotados

El pueblo de Madrid acudió el 4 de mayo con decisión a las urnas para expresar su rechazo a Pedro Sánchez y a su forma de hacer política

Se atribuye a John Kennedy la afirmación de que la victoria tiene un centenar de padres, pero la derrota es huérfana. Eso es lo que está pasando en la cúspide socialista tras el desastre de Madrid. Nadie se hace responsable. En la sede de Ferraz apuntan a los poderosos estrategas de La Moncloa, con Iván Redondo a la cabeza, y en La Moncloa se sacuden las pulgas señalando con el dedo al candidato Gabilondo o incluso a Tezanos, el del CIS, los dos personajes más pintorescos de esta farsa. Al candidato –serio, soso, formal–, plantado en el cartel porque no había otro a mano, lo volvieron loco los que manejaban la campaña, y al sociólogo le creyeron el engaño los mismos que lo habían puesto ahí para que, manejando las encuestas, fabricara el pronóstico e inclinara el voto a favor de la causa. Después de lo ocurrido, Redondo, el «gurú» presidencial, ha perdido la magia y la aureola profesional; Gabilondo, la corta y desganada carrera política que le quedaba, y Tezanos, posiblemente la vergüenza. Los tres andan de capa caída y harían bien en cobrar el finiquito y marcharse a casa.

Pero no son ellos los principales culpables de la derrota. Tampoco, por supuesto, los madrileños por votar masivamente al PP de Isabel Díaz Ayuso, engañados por la libertad de las tabernas. El pueblo de Madrid acudió el 4 de mayo con decisión a las urnas para expresar su rechazo a Pedro Sánchez y a su forma de hacer política. Fue una clamorosa moción de censura al actual Gobierno «progresista» de coalición y sus compromisos con las fuerzas disgregadoras de la periferia. Como me escribe un destacado político democristiano, ha sido «una rebelión popular en las urnas, encabezada por Ayuso, contra el tándem Sánchez-Iglesias, que se ha convertido en algo tóxico en la vida nacional». Sin duda, es así. El primer efecto de esta votación ha sido precisamente la ruptura de esa pareja tóxica. Pablo Iglesias había sentido la llama en la piel y ha huido de la quema. Veremos si se está quieto. Es Pedro Sánchez con el «sanchismo» el gran derrotado. Todo el que se acerca a la llama de su candil –Iglesias, Arrimadas…– se achicharra. Es una fatalidad. Y España está en sus manos. Por eso se han levantado los madrileños. Si en La Moncloa no reaccionan cambiando de rumbo, la rebelión se extenderá por toda España.