Pedro Sánchez
Sánchez, Keynes y la calvicie gaseosa
Los planes del Gobierno incluyen déficits acumulados de 250.000 millones
Pedro Sánchez, que lo sabe todo de resistencia y además controla el botón nuclear del adelanto electoral o agotamiento de la legislatura, ha fijado el próximo jueves, 20 de mayo, como el día del inicio de su propia recuperación tras el sonoro sopapo recibido en las urnas madrileñas. El presidente, con toda la pompa y circunstancia que sea capaz de armar el equipo de propaganda de la Moncloa presentará pasado mañana, por primera vez, «España 2050», un plan titulado «Fundamentos para una Estrategia Nacional de Largo Plazo», elaborado con la colaboración de 30 Universidades y 100 expertos diferentes. El líder del PSOE, aunque hasta ahora siempre ha parecido preocupado por el minuto siguiente, está convencido de que «el largo plazo lo es todo», según escribía ayer en El País, su jefe de Gabinete, el hábil y sobre todo stajanovista del trabajo –que nadie lo olvide– Iván Redondo, que además defiende que «el tiempo lo es todo en política» y que «nuestros tiempos son gaseosos». El superasesor no lo dice ahora, pero sigue convencido de que «la política es el arte de lo que no se ve».
«España 2050» llega cuando los indepes catalanes han sellado un acuerdo para formar Gobierno ante el temor de salir trasquilados en una repetición electoral y a la espera de los indultos a los condenados del «procés». Sánchez, como hizo con el plan de Recuperación, presentará «España 2050» las veces que crea que le resulta útil. La preocupación del presidente ahora por el largo plazo choca con la ausencia de medidas –reclamadas desde numeroso ámbitos– a medio plazo para enderezar las cuentas públicas. Los planes remitidos a Bruselas no lo dicen expresamente pero, basta sumar y multiplicar, incluyen un déficit público de 250.000 millones hasta 2024. Es decir, España gastará un cuarto de billón más de lo que ingrese. Insostenible en poco tiempo. «El largo plazo lo es todo», pero el doctor en economía Sánchez sin duda recuerda que John M. Keynes, en 1923, escribió que «a largo plazo, todos estaremos muertos», traducido por el acervo popular como «a largo plazo, todos calvos». Sánchez, Keynes y una calvicie gaseosa.
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