Política
Las mariposas del alma
«Pasamos de puntillas por nuestra historia para no despertar viejos fantasmas»
En Francia los tratamientos de radioterapia reciben el nombre de curieterapia. Cada día, en cada hospital, se rinden miles de homenajes, cotidianos, a la científica que rompió moldes y cedió un enorme legado curativo a la humanidad al añadir un elemento desconocido a la tabla periódica. Mientras Marie Curie exploraba en su laboratorio parisino, al otro lado de los Pirineos, en España, un médico aragonés descubría las neuronas del cerebro: «Son células de formas delicadas y elegantes, las misteriosas mariposas del alma, cuyo batir de alas quién sabe si esclarecerá algún día el secreto de la vida mental». A Santiago Ramón y Cajal, el padre de la neurociencia moderna, un genio comparable con Einstein y el único Nobel español en Medicina, le recordamos con un hospital en Madrid, calles en distintas ciudades y un premio que ha estado a punto de perder. El Ministerio de Ciencia anunció que retiraba los nombres de los científicos e investigadores de las distintas categorías de los Premios Nacionales de Investigación: Gregorio Marañón, Juan de la Cierva o Menéndez Pidal serían sustituidos por la fría y aséptica rama de la ciencia o el saber premiados. Tres días y varias polémicas después (incluido el firme rechazo científico y universitario), rectificaron. Y menos mal. El reconocimiento se mantendrá y se incluirá, además, a investigadoras y científicas antes olvidadas (aún no se conocen los nombres). Ese borrado de 72 horas de quienes solo deberían generar orgullo es algo más que una anécdota: es un síntoma. ¿Qué nos ocurre en este país con el pasado? ¿Y con la memoria? Pasamos de puntillas por nuestra historia para no despertar viejos fantasmas y, lejos de eso, los atraemos aún más. Aplicamos, demasiadas veces, una memoria selectiva, con matices, democrática o histórica, cuando la memoria es solo memoria y guarda nuestra esencia. Nos resistimos a comprender que sin ella no nos entendemos. Ni llegaremos a entendernos. Aspiremos a reencontrarnos con los méritos que nos construyen, a todos, y, cuando las mariposas del alma batan sus alas, no caigamos en las trampas de la amnesia colectiva.