Afganistán

Las «matrias» afganas

Nuestro holgado feminismo a la carta secuestrando en gran parte por Podemos no parece ir más allá de señalar al fracaso de Occidente por encima del terror talibán

En los tiempos de las «matrias» o de las «ellas», «elles», «todos» y «todes», pocos ejercicios de lucha feminista y de reivindicación de los derechos de la mujer –incluso con claro y latente riesgo para sus vidas e integridad física conocidos los precedentes– como esas imágenes que venimos contemplando durante toda la semana mostrándonos en Kabul a verdaderas y auténticas heroínas anónimas exigiendo en la calle, ante las tupidas barbas de los talibanes el respeto a una dignidad y a unos derechos de las mujeres, que se encuentran más que seriamente amenazados, en especial cuando el foco mediático mundial vaya apartándose de Afganistán y los juegos aparentemente ingenuos e infantiles de tiovivo ante las cámaras de televisión a cargo de los nuevamente dueños de ese país ya símbolo de la vergüenza de Occidente den paso a la penumbra de un régimen que ya sabemos cómo se las gasta en lo relativo a derechos humanos. En unos tiempos como los actuales en los que la lucha por la igualdad de género se abre paso con un grito desgarrador y de manera imparable en todo mundo, lo que ya está ocurriendo en territorio afgano reconquistado para la Sharia supone un auténtico aldabonazo que señala al feminismo imperante donde están realmente las verdaderas prioridades.

Estas mujeres valientes que se han echado con sus rostros al descubierto a las calles de Kabul en un momento en el que los burkas –por algo será– ya han cuadruplicado su precio, además de suponer un sonrojante contraste, se han convertido en primerísima referencia para las ocasionales promotoras desde un feminismo desahogado y manifiestamente ideologizado de ocurrencias a las que nos vamos acostumbrando en la vorágine de lo inclusivo y que acaban pasando de la mera anécdota a legislar en negro sobre blanco iniciativas como la de poner falda a la asignatura de matemáticas entre un destacable elenco.

Estamos hablando del que puede ser arco de entrada al primer gran feminicidio del siglo XXI ocultando bajo el paternalismo de la Sharia la prohibición a las mujeres de trabajar fuera de casa, la obligatoriedad del velo o el burka, las trabas para estudiar o castigos como la amputación de dedos por pintarse las uñas, pero nuestro holgado feminismo a la carta secuestrando en gran parte por Podemos no parece ir más allá de señalar al fracaso de Occidente por encima del terror talibán. Siguen a lo suyo, sus «matrias» y a vivir.