Tribunal Supremo

Territorio «Comanche», judicial y político

Los magistrados del Supremo, cuando hablan de la Audiencia Nacional, la definen como «territorio comanche» un lugar peligroso en el que se está expuesto a cualquier sorpresa

Félix Bolaños, ministro de la Presidencia y nuevo «cerebro gris» de La Moncloa, y Teodoro García Egea, número dos del PP, han alcanzado, con una rapidez sorprendente, un acuerdo para renovar todo lo renovable, menos el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que queda al albur de un incierto futuro político. Los cambios en el Tribunal Constitucional son lo principal del pacto Bolaños-Egea, es decir. En el PSOE y en el PP dicen estar satisfechos, aunque hay voces discrepantes, pero son casi los únicos. El acuerdo les permite salvar la cara y desbloquear en parte un situación enquistada, pero que no resuelve los problemas de fondo y alimenta las dudas sobre los límites de la verdadera separación de poderes. La elección de los nuevos magistrados del Constitucional ha levantado ampollas en el Tribunal Supremo, casi siempre cantera natural del más alto tribunal. En esta ocasión, sin embargo, llegan al Constitucional un catedrático –es habitual–, dos magistrados de la Audiencia Nacional y otra de un Tribunal Superior de Justicia. Estos tres últimos, Concepción Espejel, Ramón Sáez Valcárcel e Inmaculada Montalbán, habían intentado, sin éxito, acceder al Supremo, descartados en su día por el Consejo del Poder Judicial. Los magistrados del Supremo, cuando hablan de la Audiencia Nacional, la definen como «territorio comanche», un lugar peligroso en el que se está expuesto a cualquier sorpresa. Ahora, los miembros del Supremo se ponen la venda antes de la herida ante la posibilidad de que tres personas rechazadas para ese tribunal puedan enmendar sus sentencias.

Todavía caliente el pacto Bolaños-Egea, con Gabilondo feliz camino del Defensor del Pueblo, Unidas Podemos, a través de la ministra Ione Belarra –en teoría de acuerdo con la «vice» Yolanda Díaz– reclama convocar la «mesa de crisis» de la coalición por una supuesta injerencia de la «vice» primera, Nadia Calviño, que con la mente en los dineros que deben llegar de Bruselas pone algo de sordina al mantra podemita de la derogación de la reforma laboral. Hay acuerdo para los Presupuestos, pero hasta que se voten y salgan adelante, que lo harán, Pedro Sánchez y los suyos tienen que terminar de atravesar un extenso territorio comanche, poblado de aliados, más o menos leales, y siempre aguerridos, desde Unidas Podemos a ERC, sin olvidar al PNV. Habrá sorpresas y disgustos, aunque la sangre lo llegará al río. En cualquier caso, como dice el ex-protoasesor Iván Redondo, ¿en quién pensará?, «los líderes tienen que elegir sus batallas», sobre todo cuando están en territorio comanche.