Amenaza a las fronteras europeas

La crisis migratoria en la frontera entre Bielorrusia y Polonia no es tanto la consecuencia de la equivocada o acertada política de la UE en materia de migración, sino que en realidad es el resultado de una presión intolerable por parte de las autoridades de Bielorrusia. Por ello, se está planteando más en términos de seguridad que como una cuestión migratoria. Sin embargo, no se debe perder de vista en modo alguno la perspectiva de derechos humanos y, en todas las circunstancias, se debe garantizar el respeto de estos derechos.

De todos modos, lo que sucede en esta frontera hace pensar en la seguridad de la Unión y en el futuro que nos espera a los europeos en esta materia. Por mucho tiempo, la Unión mantendrá sus límites territoriales y no es previsible que se produzcan ampliaciones que modifiquen el espacio geopolítico en el que hoy opera esta organización internacional. Pues bien, los Estados de la Unión están hoy en la frontera y sobre esta base deben diseñar sus políticas con los vecinos y conformar el espacio de seguridad que precisan.

Lo ha dicho Borrell, como cabeza de la diplomacia de la UE, es decir, que estamos en peligro y que Europa «enfrenta nuevas amenazas». Y no solo hay que pensar en los ataques cibernéticos o en las cuestiones relativas a la delincuencia organizada.

También se debe recapacitar sobre las alianzas y la posibilidad de disponer de plena autonomía en la acción exterior. En el caso de la crisis de la frontera polaca, hacer un llamamiento a la OTAN como pretende Polonia pone de relieve la magnitud del asunto y los peores temores respecto a las relaciones que se deben mantener con Rusia, que siempre acude en ayuda de Minsk. Ha llegado el momento de aclarar estas relaciones para solventar el futuro de Europa y lo que sucede en la frontera polaca es una prueba más de que es urgente.