Bravo por la enfermería

Ayer fue una noche muy especial para las enfermeras y para todos los que admiramos su cariño, vocación y dedicación.

Enhorabuena a FUDEN (Fundación para el Desarrollo de la Enfermería) y a quienes idearon los magníficos Premios Enfermería en Desarrollo, en los que tanto finalistas como premiados se sintieron como esos actores que van a recibir un Oscar, o lo que tenemos más cerca: un Goya.

Ayer tuvo lugar la séptima edición de estos premios tan especiales. Desde pequeña, a raíz del atentado que todos conocéis, mi vinculación con las enfermeras ha sido muy especial y numerosa.

Las he necesitado muchas veces… ¡Demasiadas!

La primera, a los 12 años, estuve ingresada en un hospital durante 7 meses.

Me encantan los números, las fechas, tiendo a bautizar los años con el propósito que sienta que ha de cumplirse. Aquel 1991, capicúa, era el año de la suerte. ¡Y vaya si la tuvimos!: conseguimos salir vivas de aquella trampa mortal.

Aún hoy, cuando vuelvo al Gómez Ulla, se acuerdan de mí, de aquella niña que corría por los pasillos con su silla de ruedas. “El terror de las enfermeras”, me decían. Me acuerdo con cierta nostalgia…

Tampoco olvidamos ayer, que cada 25 de noviembre se celebra el Día mundial contra la violencia de género.

En los últimos años esta lucha está más activa que nunca, igual que lo está, fatídicamente, la violencia que llevó a declarar este día.

Fue muy emotivo el momento del homenaje a todas las mujeres que sufren violencia, especialmente cuando se pidió colaboración a la Fundación Ana Bella, fue uno de los momentos más emocionantes de la gala. La enfermería es una profesión mayormente femenina, por lo que tenía mucho sentido que se unieran ayer a su lucha diaria.

Cuesta entender que aún exista machismo en un país tan abierto a la diversidad, como también es incomprensible que nos cueste estar unidos.

¡Bravo por la enfermería y seguid cuidándonos!