Política
La semana de la tanqueta
Todos los que ahora protestan, esa España que no se sostiene, no olvidará a los pocos que les apoyaron
Es Black Friday, amigos. Este viernes del consumismo global encontraremos las calles y los comercios concurridos, las luces navideñas en todo su esplendor. Por aquello de la pandemia, «tengan cuidado ahí fuera», como diría el sargento Esterhaus, de la mítica serie «Canción triste de Hill Street». Y ojo, no olviden comprar en las rebajas muchísimas mascarillas quirúrgicas. Aprovechen hoy, porque las necesitaremos a largo plazo y, si la cosa no cambia, ya en enero vuelven a subir de precio: recuperan el IVA al 21%
Ahora que llegan más festivos y fiestas navideñas, ahora que vuelven a repuntar los contagios de coronavirus y observamos cómo se repliegan e incluso se confinan nuestros vecinos europeos, por fin vemos desfilar, en las colas de los centros de vacunación, a algunos de esos escépticos que aún no habían pasado por allí. Algunos se acercan a ponerse la dosis «in extremis», porque tienen que salir de viaje. Así somos.
Las calles respiran Navidad y el Gobierno respira aliviado. Los segundos presupuestos de Sánchez salieron adelante con 188 votos, un apoyo muy considerable, un Gobierno Frankenstein muy bien armado. Sánchez, de nuevo, ha considerado que el fin justifica los medios. Ve procedente que la ley más importante de su Gobierno vea la luz –y con ella, se asegure lo que le queda de legislatura– gracias al apoyo de partidos que muy poca simpatía sienten hacia lo español, como Bildu, ERC y PNV. Los susodichos se sienten más que satisfechos con este trueque que les proporciona suculentas cesiones estatales a sus respectivos territorios. Tú, a la Moncloa. Yo, a seguir conquistando competencias y dineros. Todos contentos. Bueno, todos no, porque la calle se está calentando. Los problemas del resto del país se escenifican en protestas que van a más, solo que los votos de estos manifestantes, ahora mismo, parece que ya no cuentan.
La subida de los costes de producción arruina a agricultores, a ganaderos. «La España vaciada seguirá vaciándose más a este paso, ¿para qué vivir del sector primario, si no llegas ni a fin de mes?», eso te explican en las movilizaciones. Se manifiestan la automoción, los sanitarios, los peluqueros, los transportistas, policías y guardias civiles. Todos descontentos con lo suyo.
Han ardido las calles de mi Bahía, han clamado por sus derechos los trabajadores del metal hasta que por fin les han escuchado. No sin antes asistir al espectáculo del tanque BMR transitando por Cádiz, ése que jamás se atrevió a trasladar Interior a Cataluña. Ni mu se le ha escuchado a Grande-Marlaska. Es más: en su oficina se desentienden del operativo, «eso es cosa de la Policía». Balones fuera.
Todos los que ahora protestan, esa España que no se sostiene, no olvidará a los pocos que les apoyaron. Y menos, a quienes miraron a otro lado cuando les toque volver a votar.
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