Constitución

Generación Constitución

Resulta ya ineludible impulsar mejor ese instrumento de cohesión y progreso que es la Constitución para consolidar la «concordia civil», a la que aludía Suárez

Llovía sin parar, hacía mucho frío y se sucedían anécdotas y torpezas varias en un país desacostumbrado a pasar por las urnas. El 6 de diciembre de 1978 los españoles dieron el «sí» a la Constitución de la democracia e impulsaron, casi sin ser conscientes, un periodo de prosperidad y estabilidad que ha quedado incrustado como «rara avis» en nuestra historia: se tejió una red normativa, fuerte y elástica, capaz de resistir embestidas económicas, convulsiones y atomizaciones políticas, la abdicación de un jefe del Estado y hasta una pandemia. Hoy, casi como si fuera una ciudadana más, la Carta Magna celebra su cumpleaños. A los 43, y tras las alabanzas de los primeros aniversarios, se recupera de arremetidas que intentan descolocarla (como si algunos quisieran reproducir las perturbaciones del XIX) y hace frente al desapego de los más jóvenes que, en la estela del 15-M, le atribuyen un carácter pretérito, tan falso como alejado de su verdadera vocación atemporal. La Gran Recesión, y sus brutales consecuencias, justifican en cierta medida la desafección de «millennials» y siguientes, pero resulta más complicado asumir la relación de los miembros de la «Generación X» con la Constitución. Quienes nacimos en los albores de la democracia, cuando la Transición dejaba de ser un deseo poco verosímil para convertirse en lo cotidiano, nos topamos con una realidad de derechos y libertades ya esbozada, que se fue consolidando con los años. Y, para nosotros, no era nada excepcional: tan solo la normalidad. El escenario idóneo para caer en los riesgos del conformismo y la parálisis. Los «padres» constituyentes van desapareciendo y, por el momento, los «hijos» y las «hijas» (matiz relevante, más que por el lenguaje inclusivo, por el cambio tan profundo de país que describe) no hemos sido capaces de actualizar y mejorar el legado recibido. La «Generación X» es hoy la de mayor peso en el Congreso: 193 de los 350 diputados, es decir, un 55 por ciento de la Cámara y, a diferencia de lo que ocurrió en el 78, los representantes de los ciudadanos (la mayoría) aún no han conectado con las necesidades reales de la España del siglo XXI ni las han plasmado en un proyecto que potencie lo anterior. Resulta ya ineludible impulsar mejor ese instrumento de cohesión y progreso que es la Constitución para consolidar la «concordia civil», a la que aludía Suárez. Y, aunque muchos no recordemos aquel miércoles lluvioso de finales de los 70 que sentó las bases de nuestro presente, ahora tenemos la oportunidad para trascenderlo o, al menos, para ser capaces de aprender a leer correctamente nuestro tiempo.